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Un encuentro sorprendente y único Redacción (NJ) (Feb 06, 2013) Diálogos sobre la fe |
Varios jóvenes de un centro de menores vivieron una misa que les demostró que da igual cuál haya sido su error. Era un martes cualquiera y decenas de jóvenes acudieron al pabellón deportivo que se encuentra a pocos metros de donde viven. Foto de Archivo
Varios jóvenes de un centro de menores vivieron una misa que les demostró que da igual cuál haya sido su error.
Era un martes cualquiera y decenas de jóvenes acudieron al pabellón deportivo que se encuentra a pocos metros de donde viven. Allí les aguardaba un encuentro único. Algo que se salía de la rutina que copa sus vidas de lunes a domingo. Un 90% de todos ellos no había vivido nunca algo similar. Estaban inquietos.
El reloj marcaba las siete de la tarde y un pequeño grupo de personas cantaba canciones en una de las esquinas de aquel pabellón. ¿Qué sentido tenía aquello? A los pocos minutos apareció un hombre vestido completamente de blanco. Los jóvenes se miraban entre ellos. Algunos sonreían, otros le comentaban al de al lado su sorpresa ante aquella figura.
Un señor vestido de forma extraña había ido a “su barrio” a convivir con ellos durante un par de horas. Un encuentro con unas características determinadas al que quizá algunos de ellos no asistían desde que tenían 10 años. La distracción se palpaba hasta que el señor vestido de blanco empezó a hablar. Fueron unas palabras no lanzadas al aire sin destinatario concreto. Fue una conversación directa entre él y cada uno de aquellos jóvenes. Se sentó frente a todos ellos para escuchar sus preguntas y sus necesidades. Allí estaban Linda, Jon, Cristina, Laura, Israel y otros tantos con ganas de saber la opinión de ese señor sobre cuestiones que les arden en su interior cada jornada que pasan en “aquel barrio” en el que viven. El hombre vestido de blanco les hizo saber que, aunque la sociedad se lo grite, ninguno de ellos es un fracaso como persona. Da igual cuál haya sido su error, Dios les perdona.
El señor vestido de blanco era un obispo. El encuentro fue una Misa. Y Linda, Jon, Cristina, Laura, Israel y todos los demás eran los residentes de un centro de menores de algún lugar de España. |
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