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Educación y FamiliaComenzando a educar
Miguel Ángel Albás (Mar 11, 2008) Educación y Familia
Hay un momento en la vida, en que uno quiere tomar las riendas de su destino y empezar a tomar decisiones conscientes y libres; quiere crecer, ser el mismo. Hasta entonces, actuamos creyendo que obramos libremente, pero, muchas veces, lo hacemos de manera inconsciente, movidos por impulsos y, generalmente, a instancia de otros. Así las cosas, si nadie nos ha orientado antes, que suele ser lo corriente, no se sabe por donde empezar.Por ello, es frecuente, que acabemos resignándonos a ser como somos y nos abandonemos (es que yo soy así…) y lo dejemos estar... Sin embargo, siempre tenemos el recurso de acudir a alguien para que nos oriente y nos ayude a mejorar.

Pero, cuando nos planteamos como podemos ayudar a mejorar, a educarse, a aquellos a los que queremos y, de los que somos conscientes, necesitan de nuestro apoyo, es entonces el momento, en que se nos presenta también la misma cuestión: ¿como empezar a educar?...

En primer lugar, le educación comienza por uno mismo. Si yo no me esfuerzo por mejorar por educarme, por crecer, por ser mejor, ¿puedo ayudar a otros a serlo?... Hay tres valores que hemos consideramos básicos: sinceridad, orden y obediencia.

¿Me esfuerzo en ser sincero, ordenado y obediente?... Si no trato de hacerlo, aquellos a los que quiero ayudar no verán en mi -precisamente- ni esfuerzo ni ejemplo. No basta, que les diga lo que deben hacer para ser mejores y, por ende, felices; tienen que ver que yo me esfuerzo y, a pesar de mis fallos, les doy ejemplo al intentarlo sinceramente. Dicho de otra manera, ¿si yo miento? ¿Cómo puedo exigir a otros que no mientan? ¿Si soy desordenado y no me esfuerzo en cambiar, en poner orden en mi vida y en mis cosas, ¿puedo apremiar a otros a que sean ordenados? ¿Si no soy obediente, porque son testigos de mis propósitos y promesas, y contemplan como las incumplo y me desobedezco a mi mismo? ¿Tengo posibilidad de ayudar a otros a que adquieran este valor de la obediencia?

¡Ayudar a otros a educarse tiene una gran ventaja, y es que, de paso, nos educa a nosotros! ¿Cuanto tienen que agradecer los padres a sus hijos porque, al tratar de ayudarles a crecer, ellos han mejorado como personas?... Lo mismo sucede a educadores, mentores y amigos que se entregan y luchan por ayudar a otros a mejorar, porque, al hacerlo, ellos también crecen. Son los demás los que nos hacen educadores, maestros, si no, nos quedamos –en todo caso- en enseñantes.

Todo esto está muy bien, pero, ¿cual es el plan?... ¿Por donde empezamos?...: por realizar un proyecto personal que recoja, a través de nuestras actividades diarias, la vivencia de estas fortalezas o valores. Redactar el proyecto personal, (redactar es ordenar). ¿Lo que voy a hacer esta semana, de acuerdo con mis convicciones y creencias, se corresponde con lo que, según mi condición y estado, debo de hacer en mi vida familiar, profesional, social, de amistad,? ¿Dedico un tiempo para cada cosa, una cosa para cada tiempo? ¿Lo trato de cumplir con fidelidad y entusiasmo?...Son preguntas que se responden con tres valores: sinceridad, orden y obediencia.

Tomémos un papel y lápiz, ordenémos los días de la semana, relacionémos las actividades que nos hemos propuesto efectuar, de acuerdo con el objetivo de nuestro proyecto personal, y escribamos… Después, si queremos ayudar a otros, animémosles a que –libremente- hagan lo mismo, y luego, manos a la obra y mucha paciencia y perseverancia, que poco a poco, los objetivos los iremos cumpliendo. Mas tarde, cuando examinemos lo realizado, tendremos oportunidad de mostrar nuestro grado de sinceridad, el nivel de nuestro orden y el estado y estilo de nuestra obediencia. Por cierto, que los que quieran seguirnos, en su particular proyecto, tendrán que hacer lo mismo.

Me gustaría presentaros una plantilla, como modelo, por si puede ser de utilidad a vosotros y a los que os rodean. En el próximo artículo trataré de hacerlo. Hasta entonces, ¡Buena suerte!.






  
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