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FútbolFC Barcelona 2 - 2 Real Madrid
Redacción (NJ) (Oct 08, 2012) Fútbol
Barça y Madrid exhiben su poderío en un empate colosal liderado por Messi y CR7, con dos goles cada uno. Las esteladas y los gritos de independencia politizan el Camp Nou.

Dos genios del balón como Messi y Cristiano Ronaldo abanderaron un partido trepidante y de muchos quilates en el Camp Nou. Un empate de oro jugado por dos equipos sensacionales. Un espectáculo para recordar. El fútbol, menos mal, se impuso al ruido político, que lo hubo y mucho, porque puestos a reivindicarse ahí estuvieron el argentino y el luso, dos dobletes como dos Balones de Oro.

El punto sabe más amargo para el Madrid porque tuvo la victoria en su zurrón, pero también el Barça, muy cerca de ella al final. El Clásico volvió a demostrar que el nivel de los dos equipos es parejo; nadie reparó en los ocho puntos de diferencia hasta el pitido final. Los azulgranas se quedaron sin récord pero mantienen la distancia y hasta el árbitro se comportó igual para los dos. Un espectáculo colosal de Barça y Madrid, de Messi y CR7: los dueños del balón.

Resultó magnífica la lucha entre los dos colosos del fútbol español en un escenario convertido en un gigantesco y exagerado hervidero catalanista e independentista. Porque el Madrid, gane o pierda, hace tiempo que tiene tomada la medida al Camp Nou. Ya no le asusta. Ya no le impresiona. Y además ya se sabe que es mucho más peligroso en la necesidad. Ayer, con Özil de titular (imprescindible el alemán en estos partidos), tuvo el botín en el zurrón, pero le faltó lo que muchas veces le sobra: pegada. También el Barça, de menos a más hasta el disparo final al larguero de Montoya.

Tenía el Barça dos consignas: mantener la pelota el mayor tiempo posible y acabar las jugadas para evitar las vertiginosas salidas blancas. Por primera vez, Tito Vilanova se salió del guión. El técnico del Barça sacrificó el músculo de Song por la velocidad de Adriano, una sorpresa mayúscula y del todo arriesgada. Nunca antes siquiera se había intuido la presencia como central del brasileño. Así que el Barça formó con una defensa totalmente inédita y muy corta de centímetros. De hecho, Ramos rozó el gol tras un cabezazo a la salida de un córner.

Como si estuviera superado por la excesiva carga ambiental, el Barça saltó aplatanado, incapaz de filtrar balones a Messi, bloqueado por la presión alta de su rival, impreciso y muy lejos del área. El Madrid, bien posicionado, se adueñó del partido. A Benzema le faltó tino en una volea mal ejecutada y Cristiano Ronaldo encontró el gol en un zurdazo dentro del área. La jugada blanca, que tuvo origen en una pérdida de Busquets, fue de manual. Ganaba con justicia el Madrid, que al minuto se vio con su mejor ocasión para cerrar el Clásico. Benzema, sólo en el área, remató al poste ante Valdés y el rechace lo marró Di María. Una oportunidad de oro. Era el 0-2, la sentencia.

El Barça, perdonado, sintió miedo, lesionado además Alves. Pero, acostumbrado a remontar, los culés consiguieron reponerse. Messi comenzó a entrar en juego y, en el banquillo Alexis, apareció en escena un gran Pedro, casi siempre vencedor en su duelo con Marcelo. El canario lanzó la jugada del empate. Arrancó en posición muy justa y su centro, después de un rechace mal medido por Pepe, le cayó a Messi, que empaló a la red. Una llegada, un gol.

Al descanso, crecido el Barça y cómodo el Madrid, ni uno ni otro firmaban el empate y el partido se revolucionó, se puso precioso. Un cara a cara a pecho descubierto entre los dos mejores del planeta. Una batalla de poder a poder. Y ya se sabe que los grandes momentos están reservados para los grandes líderes. Para Messi y Cristiano. El argentino clavó una falta en la escuadra para delirio del Camp Nou, pero Cristiano (6 clásicos seguidos marcando) apareció pronto para definir una magnífica asistencia de Özil.

El duelo se aceleró, y no hubo tiempo si quiera de reparar en la polémica. Özil pidió un penalti de Mascherano de la misma manera que Iniesta reclamó otro por falta de Pepe. Cualquiera pudo ganar en un final estupendo, apoteósico, agónico para cada equipo. Higuaín perdonó ante Valdés, Montoya estrelló una pelota en el larguero y a Pedro se le fue desviado en el suspiro final. Un empate peor para el Madrid que para el Barça. Un empate, en cualquier caso, de muchos quilates en el mejor de los clásicos.

  
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