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ReportajesAlzhéimer: Nuevas herramientas para una detección en fase incipiente
Redacción (NJ) (Sep 24, 2012) Reportajes
El objetivo es tratar al paciente «antes de», pero la investigación requiere que se validen biomarcadores que revelen la presencia de la enfermedad. Mientras, las familias soportan el peso de este mal.

La palabra alzhéimer es asociada por muchos a la demencia senil. Y es un error, porque tipos de demencia hay más de 80, y el alzhéimer es una de las causas, de hecho, la más frecuente, pero no es sinónimo. Esta confusión confirma que la realidad de fondo de esta patología sigue siendo una desconocida. Así lo afirman los expertos reunidos en LA RAZÓN con motivo de la celebración esta semana del día mundial de la dolencia. La unión de investigación, práctica clínica y asociaciones es imprescindible para abordarla, pero se topan con piedras en el camino. La primera, la confusión con la demencia. Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y neurólogo del Centro de Investigación y Terapias Avanzadas Fundación CITA aclara que «diagnosticar demencia senil cuando un paciente dice al médico: ‘‘me falla la memoria, no puedo hacer vida autónoma y tengo más de 65 años’’, no es un diagnóstico, y puede estar evitando el acceso a un tratamiento. Hay que hablar de demencia «como conjunto de síntomas, y de alzhéimer como su causa más frecuente».

Diagnosticar antes

Las dudas en el diagnóstico en fases iniciales es otro reto. «Tenemos pruebas que ayudan a hacer un diagnóstico en etapas tempranas, como la resonancia magnética o la punción lumbar, para medir las dos proteínas implicadas en el alzhéimer (beta amiloide y TAU) o el PET de glucosa, que mide el metabolismo cerebral y que debería estar al alcance de los pacientes. De hecho, hay equipos de PET en los grandes hospitales, pero está en la cartera de servicios públicos sólo con indicación oncológica y no neurológica», dice Martínez-Lage. En investigación, el obstáculo reside en la necesidad de que se validen biomarcadores que sólo se emplean en diagnóstico. «Los ensayos clínicos son largos y debemos trabajar con biomarcadores que no están validados, por si los validan durante el proceso», explica Belén Sopesén, directora general de la compañía Noscira, del Grupo Zeltia. De hecho, entre 1998 y 2001, 101 compuestos en desarrollo clínico fueron interrumpidos y sólo tres llegaron al mercado: galantamina, rivastigmina y memantina. Y desde 2003 hasta hoy, han fracasado otros 66 compuestos. Por ello las esperanzas están puestas en medicamentos como el que se encuentra en fase II b y del que esperan resultados a finales de octubre. Conocido como Nypta, ha mostrado una disminución, no sólo en la formación de ovillos (una de las dos lesiones característi cas de la dolencia), sino también en las placas seniles.

Otro objetivo está orientado a evitar que aparezca la dolencia. «Hay tres estudios en Finlandia, Holanda y en Francia dirigidos al cuidado exhaustivo de factores de riesgo como los problemas cardiovasculares. También hay un programa de terapia anti amiloide en personas con la forma genética de la dolencia en Colombia, y otro en personas pre-sintomáticas con la forma esporádica», aclara Martínez-Lage.

Dependencia

En cuanto a las familias, la economía genera conflictos. «La mayoría de enfermos no tienen recursos para pagar los cuidados, el sistema está como está y tenemos el problema de la Ley de Dependencia, que la gente veía como una solución, pero no ha sido así, porque el baremo de medir de esta ley no sirve para la demencia tipo alzhéimer, pues ésta mide por actividades de la vida diaria: que se sepa asear y que coma solo. Y muchos lo hacen en la fase inicial, que es la más difícil de controlar, ya que es cuando se escapan, sacan dinero del banco o hacen cambios en el testamento. Y aquí el enfermo no es ni grado uno de la ley», dice Blanca Clavijo, presidenta de la Asociacion Nacional del Alzheimer, AFALcontigo.

  
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