 | | 
Las becas Erasmus cumplen 25 años Redacción (NJ) (Jun 14, 2012) Reportajes |
Una experiencia única, irrepetible y que te cambia la vida. Así se podría definir un Erasmus, pero todos los que lo han vivido han asegurado que es prácticamente imposible poner palabras a esta vivencia. Las becas Erasmus se pusieron en marcha hace 25 años, y la evolución del programa desde entonces ha sido espectacular.
Sin móvil, sin skype, sin correo electrónico, sin aerolíneas de bajo coste y sin saber, realmente, hacia dónde iban. Así hicieron las maletas los primeros Erasmus, que en el año 1987 decidieron emprender una aventura desconocida y arriesgada e irse a estudiar durante un año académico a otra universidad europea. Aunque la incertidumbre siga siendo una constante en los estudiantes Erasmus, hoy en día el programa no tiene ni punto de comparación.
Fueron 17 los pioneros de la Universidad de Zaragoza que se embarcaron en un proyecto que ha abierto las puertas de Europa al mundo educativo, mientras que 19 fueron los que se atrevieron a venir a estudiar a la capital aragonesa. En la actualidad, son más de 900 los Erasmus que envía la UZ y más de 800 los que recibe.
Los resultados, tanto hace 25 años como en la actualidad, son los mismos. Andrea Pinilla, estudiante de Filología Inglesa, ha vivido su Erasmus en Colonia (Alemania). La experiencia le ha hecho más independiente y asegura haber vuelto transformada, con otro concepto de vida. “Me planteo cosas nuevas, he evolucionado y para mí ha cambiado totalmente la visión que tenía de todo. Me volvería a ir sin dudarlo, con los mismos problemas y las mismas ventajas”, ha remarcado Pinilla.
Lo mismo piensa Álvaro Cosculluela, que ha finalizado los estudios de Filología Hipánica y estuvo de Erasmus en Coimbra (Portugal). Álvaro ha reconocido que cuando vives un Erasmus “maduras de forma muy rápida en poco tiempo, aprendes a desenvolverte en situaciones que no te encuentras en tu día a día, en otra lengua, etc. O te espabilas o te quedas atrás”.
Además, y aunque siempre hay algún problema, como es natural, “es muy complicado decir qué es lo que menos me gustó del Eramus, porque no encuentro nada”, ha insistido Cosculluela, que ha remarcado que su año en Coimbra le ha cambiado la vida.
Y es que las sensaciones de los Erasmus son tan parecidas que en el 25 aniversario de las becas el lema escogido por la Comisión Europea ha sido “Cambiando vidas y abriendo mentes durante 25 años”. Y es que el mundo, después de un Erasmus, no tiene fronteras ni límites, y los estudiantes ya no son los mismos que cuando se marcharon.
Fidel Corcuera, profesor de la Universidad de Zaragoza y Embajador Erasmus en España, lleva desde 1987 dándose cuenta de la evolución de los estudiantes. Como él mismo ha señalado, no es fácil decir exactamente lo que aporta un Erasmus, porque es un enriquecimiento tan grande que es imposible definirlo.
Fidel ha incidido en que las personas que no salen de su ciudad o de su pueblo “no conocen lo que hay mas allá, no tienen referencias, no tienen necesidad de reaccionar ante elementos que no son cotidianos como conocer a gente que piensa y vive de otra forma. El Erasmus es una disciplina académica pero también personal y humana de adaptación, de aceptación, de tolerancia y de reacción”. “Todo esto crea unos valores imposibles de medir con estadísticas”, ha subrayado Fidel.
El programa, para este experimentado profesor en el mundo de la movilidad internacional, es una de las pocas cosas que permiten a Europa ser optimista en los momentos actuales.
Historia
Corría el año 1987 cuando Fidel, junto con otros compañeros, decidieron “meterse en este berenjenal” de la movilidad internacional con mucho entusiasmo, ganas y vocación. Aunque el Erasmus por entonces parecía casi un sueño, al final se ha demostrado que era una apuesta que merecía la pena.
En el Erasmus no sólo participan los estudiantes, sino que la universidad en pleno, desde el personal de administración hasta los profesores y coordinadores, son los artesanos de la evolución del programa.
“Si comparamos 1987 con el 2012 el camino recorrido es espectacular. No sé si corresponde a 25 años, pero es impresionante porque se ha pasado de no haber prácticamente relación académica entre las universidades europeas y españolas, a que ahora sea muy fácil movernos y colaborar. Hemos conseguido que lo internacional forme parte de la vida cotidiana de la UZ”, ha remarcado Fidel.
En aquel 1987, la Unión Europea se dio cuenta de que lo económico y las estructuras comerciales no eran suficientes para crear una identidad común. Por ello, la UE decidió actuar sobre la educación, en especial sobre la universitaria, aprovechando de cada universidad y de cada país lo mejor que podían ofrecer.
El programa empezó, por lo tanto, con profesores que creían en ello y que hablaron del programa a algunos estudiantes que también apostaban “por esta locura” de la movilidad. Estos pioneros, como ha remarcado la vicerrectora de Relaciones Internacionales de la UZ, Regina Lázaro, “sí que lo tuvieron difícil”.
Y es que se marchaban sin saber, tan siquiera, si se les iba a reconocer académicamente. “Pero apostaron por ello, y no se arrepienten”, ha añadido Lázaro. Ahora, todos los centros cuentan con acuerdos y procedimientos establecidos.
Desde la UZ han remarcado que la mejor forma de disfrutar de la experiencia es integrarse con los estudiantes de la universidad de destino. Además, y aunque la fiesta es uno de los grandes mitos del Erasmus, Regina Lázaro ha remarcado que “hay que desmitificar esta idea porque al fin y al cabo son estudiantes universitarios que salen de fiesta aquí y en cualquier sitio”.
Sin embargo, la fiesta queda en un plano secundario si se compara con las oportunidades de aprender y de madurar que se ofrecen en el Erasmus. Lo más satisfactorio para la vicerrectora es cuando los estudiantes, años después de su experiencia internacional, “te dicen lo importante que ha sido el Erasmus para su vida personal y laboral”.
Futuros y retos
A pesar de las facilidades que se han conseguido para los Erasmus en estos 25 años y de la importante función que desarrollan las asociaciones de estudiantes en la integración de los estudiantes extranjeros, hay cosas que se pueden mejorar. Ciertos aspectos organizativos y la financiación del programa son dos ejemplos.
Fidel ha subrayado que siempre hay que estar al pie de cañón porque, “pese a que el Erasmus está muy consolidado, los estudiantes son nuevos y no conocen el programa, por lo que cada año es como si tuviésemos que estrenarlo”.
Además, el programa siempre se puede ampliar mucho más. En la UZ, un 22% de los estudiantes titulados, es decir, uno de cada cuatro, ha pasado por una estancia importante en otra universidad europea o incluso de fuera de Europa.
Ahora, la previsión es que el programa se transforme en “Erasmus for all”, para todos, que extenderá esta experiencia a todos los niveles educativos (FP, Educación Secundaria, etc.). Pero para ello, hace falta dinero. Aunque las previsiones de la Comisión Europa dicen que se aumentará la financiación, la preocupación por las crisis y los recortes se deja sentir.
Sin embargo, el reto más importante para Fidel es mantener la motivación y la calidad de los procesos y de los programas, renovando constantemente los objetivos que tienen que ver con la mejor formación de los estudiantes porque ellos “van a ser los profesionales del mañana”.
“Hay que conservar las particularidades de nuestros orígenes en una zona donde podamos sentirnos parte de un espacio común. Antes no era fácil cruzar fronteras, ahora sí que lo es”, ha aseverado Fidel.
Erasmus es Europa, es movilidad internacional, es apertura de mentes. “Cuando viajas te das cuenta de que el mundo es algo más, y eso es muy importante”, ha concluido Regina Lázaro. |
|
| |
|