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ReportajesLa disminución de la brecha digital no reduce la de aprendizaje
Aceprensa (Jun 02, 2012) Reportajes
Se ha hecho mucho en Estados Unidos para combatir la “brecha digital” que deja atrás a los chicos menos favorecidos. Se esperaba así reducir su desventaja en acceso a conocimientos y futuras oportunidades laborales. Por ejemplo, con Internet dispondrían de una biblioteca aunque en casa no tuvieran apenas libros. Pero si se pensaba que ellos usarían el ordenador para meterse en Wikipedia y aprenderse los afluentes del Orinoco, la realidad resulta ser un tanto decepcionante. Dedican los aparatos de comunicación sobre todo a vídeos, juegos, música, chat. Como sus coetáneos de clase acomodada, por cierto, pero en mayor medida. Se teme así que aumente su retraso académico, contra lo que se esperaba.

Ahora, pues, se teme que el cierre de la “brecha digital” abra otra, la de pérdida de tiempo, cuenta Matt Richtel en el New York Times. Los indicios provienen principalmente de un estudio publicado hace dos años por la Kaiser Family Foundation sobre el uso de medios audiovisuales entre norteamericanos de 8 a 18 años. Los autores no tabulan los datos según la clase social, pero sí por dos características que más o menos la reflejan: raza y nivel de estudios de los padres.

(Para entender los números que siguen, se ha de tener en cuenta que el estudio cuenta por separado el tiempo dedicado a cualquier medio, aunque a la vez se use otro. Por ejemplo, si durante media hora un chico hace chat con el teléfono móvil mientras ve la televisión, se considera que el uso total es una hora.)

Resulta que los chicos cuyos padres no tienen estudios superiores usan los aparatos audiovisuales durante una hora y media más al día que los hijos de titulados universitarios (ver pág. 37 del estudio). En 1999, la diferencia era de solo un cuarto de hora, según una edición anterior de la misma encuesta. Al comparar las razas se observan resultados similares: los niños y jóvenes negros o hispanos dedican tres horas y media más que los blancos. La diferencia solo se invierte en el caso del material impreso: tanto los blancos como los que tienen padres con instrucción superior leen más publicaciones impresas, pero simplemente unos minutos más.

Vigilancia de los padres

Las diferencias de uso no obedecen a las de acceso, pues las familias acomodadas siguen estando mejor en esto. La penetración media de la banda ancha en Estados Unidos es del 65% de los hogares; pero en los de renta inferior a 20.000 dólares anuales se queda en el 40%. También están por debajo de la media los hispanos (50%) y los negros (41%).

Según los entendidos consultados por Richtel, la diferencia está en la vigilancia de los padres. El estudio de la Kaiser Family Foundation suministra algunos indicios al respecto (ver pág. 39). La proporción de chicos cuyos padres les imponen normas sobre el uso de aparatos audiovisuales es superior entre los blancos. La diferencia es mayor en el control de contenidos que ver en el ordenador y en la necesidad de permiso para abrir una cuenta en una red social. Los padres blancos solo moderan menos el tiempo permitido para oír música.

El artículo de Richtel cita a la directora de una escuela californiana con mayoría de alumnos de clase modesta. “Muchos padres vienen y nos dicen: No tengo ni idea de cómo controlar Facebook”. El asunto preocupa a la Comisión Federal de Comunicaciones, que a principios del curso próximo facilitará instructores a organizaciones negras, hispanas y otras para enseñar a padres y a chicos cómo usar con provecho Internet y demás medios. La Comisión se plantea además una operación semejante en escuelas y bibliotecas, que costaría 200 millones de dólares.

Victoria Rideout, coautora del estudio Kaiser, expresa la decepción con las nuevas tecnologías: “Pese al potencial educativo de los ordenadores, la realidad es que su uso con fines de enseñanza es minúsculo comparado con el uso puramente recreativo”.

  
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