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Educación y FamiliaEl trabajo humano y el amor
Miguel Ángel Albás (Oct 28, 2008) Educación y Familia
El “para qué” de la libertad es el amor verdadero. La relación trabajo-libertad encuentra todo su sentido en la relación trabajo-amor. El concepto “amor” cada día más ensalzado y, muy frecuentemente manipulado, cosificado, reducido a manifestación de juego fascinante, trivializado y divertido, no es al que nos referimos en este artículo. Por el contrario nos referimos al verdadero y auténtico amor, que es frecuentemente ridiculizado e incluso tratado de cursi y anticuado por algunas personas -quizás demasiadas- debido, a la responsabilidad que conlleva, el concepto del verdadero amor.

Por eso, la relación trabajo-amor, educación-amor, compromiso-amor, entrega-amor etc.…no están hoy de moda. Pero el amor, el verdadero amor, es de hoy y de siempre y es el sostén del individuo, la familia y la sociedad. De hecho, si no somos conscientes de la manipulación semántica del amor, y no comprendemos el verdadero sentido de esta palabra, que no sólo encarna sentimientos sino, que es vehículo de la voluntad libre creadora, no viviremos en y con la verdad.

La relación trabajo humano-amor es esencial. El trabajo es una actividad orientada al bien de las cosas y de las personas, y por eso, en él tiene su sede el amor, El amor, por el que todo trabajo fue hecho, es “el regalo esencial por virtud del cual, todo lo demás que se nos da sin merecerlo, se convierte en regalo”. Además, si prescindiéramos del estudio de esta relación trabajo-amor, no llegaría a entenderse la relación trabajo-libertad.

Por otra parte, todos los tipos y estilos personales de trabajo no sólo están relacionados con la libertad, sino también con el amor. Y lo están, en cuanto son función de un elemento común al amor y a la libertad en desarrollo: el servicio. Amar es servir con delicadeza y alegría. Servir es amar. Ambos crean el ámbito en el que habita la persona que es verdaderamente libre. De hecho no se entendería- sin la consideración del amor- el alcance del trabajo humano, que no, sólo es testimonio “del dominio del hombre sobre la creación”, ocasión de participación en la creación, sino también, “vínculo de unión con los demás seres”.

El amor humano es la primera reacción del conocimiento iluminado por la inteligencia. De ahí, “surge el sentimiento y mueve la voluntad que se complacen en el bien”. Es una tendencia al bien y a su posesión. Y no sólo esta relacionado con el bien, sino también con la verdad, con la belleza, con el orden y con la unidad. Por eso, para diferenciarlo de formas patológicas del amor, hay que referirse a un amor verdadero, bueno, hermoso, ordenado, uno.

En cualquiera de sus modalidades, la distinción entre el amor y esas formas patológicas radica en la generosidad frente al egoísmo; en la actitud de servicio frente a la actitud de dominio. El amor humano suele implicar el darse y, entonces, hace referencia a una relación personal. Es amor de persona a persona. No se opone a ello la distinción entre “amor de cosa” y “amor de persona”, porque el primero está en función del segundo. El amor finaliza en las personas.

En esta relación interpersonal entran en juego dos capacidades humanas: la capacidad de dar- y de darse- y la capacidad de recibir. El binomio dar-recibir, en cualquier relación interpersonal sólo a nivel humano, no es más que una aspiración porque “ninguna criatura puede recibir plenamente lo que de verdad se espera al entregar al propio ser por el amor”. Esto puede servir al ser humano para descubrir que sólo de Dios puede recibir lo que de verdad le puede llenar. En realidad, sin la referencia al Amor- Amor de Dios; amor a Dios-, el amor no acaba de entenderse; y en muchas ocasiones, termina en tragedia.

También hemos de señalar que deben distinguirse, como en todo valor- su característica de regalo, por una parte (lo hemos recibido gratis), y de otra la de tarea encomendada y con posibilidad de crecer. Por tanto, ha de considerarse en ambos aspectos: como algo que se me da - amor espontáneo- y como algo que puedo – y debo – hacer crecer, algo que depende de mi voluntad, de mi decisión- amor reflexivo.

Dar es todo un proceso que puede ir de lo material a lo inmaterial, de dar cosas a darse uno mismo. No consiste solamente en saber desprenderse de cosas materiales a favor de otros, en atención a sus necesidades, sino también en dar tiempo, comprender, perdonar, saber ceder a veces- y saber no ceder otras -, hacer más agradable la vida de los demás… Recibir es aceptar algo, material o inmaterial, como regalo, como muestra de aprecio, como ayuda necesaria, como correspondencia, etc.

  
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