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El pabellón de Aragón saca del olvido la ermita de la Magdalena Redacción (NJ) (Jun 30, 2008) Expo 2008 |

Pese a ser desconocida por la mayoría de los aragoneses, Carlos Saura no podía haber elegido mejor iglesia en su audiovisual para simbolizar la relación de Aragón con el agua que la antigua ermita de la Magdalena, en Caspe.
Ubicada en lo que tradicionalmente había sido la margen izquierda del río, la entrada en funcionamiento del embalse de Mequinenza (1966) la dejó aislada en una isla en el Mar de Aragón. Desde entonces hasta hoy su ruina ha sido imparable y, aunque desde hace más de diez años se viene reclamando su restauración, hasta ahora no se ha emprendido un proyecto riguroso que plantee recuperarla. Ya que se encuentra a 20 km del pueblo y en una zona de difícil acceso.
La iglesia, previsiblemente nació como ermita, pero fue iglesia conventual de la Orden de San Juan de Jerusalén. No sabemos cuándo nació el edificio. Y hasta ahí se remontan las leyendas sobre la Magdalena. En ella, dicen, se han sucedido fenómenos sorprendentes, se cuenta que las puertas de esta iglesia no se podían cerrar, que siempre permanecían abiertas. Si algún ermitaño despistado corría el cerrojo, él solo se descorría de inmediato.
La iglesia sigue estando en el imaginario caspolino porque los más mayores aún recuerdan haber ido allí en peregrinación. Una romería que tuvo que ser verdaderamente espectacular. Muchos jóvenes caspolinos ni siquiera han visitado la Magdalena, que ha sido rescatada brevemente del olvido por Carlos Saura. Habrá que ver, si es posible que se consoliden, sus vestigios antes de que se arruine para siempre.
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