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SOCIEDAD 12-12-2005
Los Insectos Viven Mejor
Publicado en El Periódico de Catalunya
Las autoridades de Sao Paulo toman medidas drásticas contra el Movimiento de los Sin Techo.
Lamartine Brasiliano vende agua y refrescos en un cruce de avenidas en el centro de Sao Paulo. Al caer la tarde, si hace frío, ofrece chocolate caliente a los conductores. Hace seis años que salió de su Pernambuco natal y llegó a la mayor ciudad de América del Sur en busca de trabajo. Nunca consiguió un empleo fijo. "La vida de ambulante tiene ventajas: no tengo jefe ni horario", dice mientras esquiva las motos que vuelan entre las columnas de coches ante el semáforo.
"El centro de la ciudad es mi vida", afirma Lamartine. "Trabajo aquí, mis hijos van a la escuela en esta zona, y también tenemos médico".
Con su salario de 80 euros al mes, Lamartine alimenta y viste a sus cinco hijos y a su mujer. Pero no puede pagarse un alquiler y un autobús todos los días para llegar al centro desde una favela en el extrarradio de Sao Paulo. Por eso vive en una ocupación ilegal.
La familia de Lamartine es una de las 468 que viven en la mayor ocupación vertical de Sao Paulo. Más de 2.000 personas habitan un inmueble que estuvo vacío durante 20 años y que desde hace 3 recibe a habitantes de la calle, recién llegados a la gran ciudad, o desempleados que no pueden pagarse un alquiler en la zona.
El edificio tiene 23 plantas. Cuando fue ocupado, hace tres años, estaba plagado de ratas y escombros. Tardaron tres meses en adecentarlo. Hoy tienen luz y agua que consiguen a través de conexiones irregulares con otros edificios, se reparten las tareas de limpieza y hasta disponen de portería y sala de fiestas en los bajos. Un coordinador en cada planta vela por la convivencia y distribuye las tareas.
Pendientes del desalojo
Pero la vida en este inmueble no es fácil. Todos están pendientes de un desalojo que desde septiembre de este año puede producirse en cualquier momento por decisión judicial. Otras ocupaciones ya han sido vaciadas por la policía del estado después de que un magistrado le diese la razón al propietario.
"Los edificios están vacíos, tienen deudas millonarias con el Ayuntamiento, pero el Gobierno se pone siempre de parte de los dueños: en el centro de Sao Paulo, los insectos viven mejor que las personas", resume Severino Manuel de Sousa, que trabaja recogiendo y reciclando basura y es uno de los coordinadores de la ocupación.
El Ayuntamiento de Sao Paulo, gobernado por el socialdemócrata José Serra, un posible candidato a las elecciones presidenciales del año que viene, tiene un plan para regenerar el centro de la ciudad. Y en ese proyecto no tienen cabida las ocupaciones.
"No todo el mundo puede vivir donde le gustaría", afirma Andrea Matarazzo, concejal delegado de la zona centro, quien defiende la creación de un espacio comercial y de servicios en la zona. "Pero también habrá viviendas para clases medias y bajas", asegura.
No es lo que piensan los habitantes de la ocupación ni los dirigentes del Movimiento de los Sin Techo del Centro (MTSC) de Sao Paulo en el que participan. Para ellos, lo que está en marcha es un proceso de expulsión de las clases bajas de la zona. "Aquí quieren traer universidades y tiendas de lujo, así que no van a dejar espacio para personas humildes como nosotros", denuncia Severino. "En Brasil las clases sociales no se mezclan", añade.
Faltan 400.000 viviendas
En Sao Paulo, una metrópoli de 11 millones de habitantes, no hay viviendas para todos. Se calcula que harían falta más de 400.000 para satisfacer la demanda existente. Las clases más bajas han sido empujadas hacia la periferia y las favelas.
En los barrios cercanos al centro vive la clase media y alta, y el centro en sí mismo ha quedado como tierra de nadie. Abundan la prostitución, el comercio irregular y el tráfico de drogas. El Movimiento de los Sin Techo está de acuerdo en que debe regenerarse, pero no a costa de excluirlos del proceso.
"No quiero vivir en una favela", dice Severino, "ni tampoco que me den dinero para volver a Pernambuco; llevo casi toda mi vida viviendo en esta parte de la ciudad y en una favela no podría hacer nada para mantener a mi familia porque los pobres no generamos desperdicios".
Mientras esperan la inminencia de un desalojo, los habitantes de este edificio, o de las otras cinco grandes ocupaciones del centro de Sao Paulo, negocian con el ayuntamiento para no tener que abandonar el barrio.
No tienen muchas esperanzas, pero confían al menos en dilatar la expulsión del edificio que ellos mismos han transformado en su hogar. Hasta que llegue ese momento, seguirán intentando extraer de las calles de la ciudad algo de la fortuna que vinieron a buscar a Sao Paulo.
(Publicado en El Periódico de Catalunya)
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