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Educación y Familia

EDUCACIÓN  •  21-11-2005

VI. Educación y Comunicación
Miguel Ángel Albás Mínguez (NJ)

En la educación, juega cada vez un papel mayor, los medios de comunicación de masas y las nuevas tecnologías. Las personas tienen acceso a diario, a una cantidad de información, enorme, que puede influir en su formación. Psicología y razón, vuelven a tener un papel importante en el proceso de educación; si no los sabemos combinar, tendremos los jóvenes que nos habremos merecido.

La realidad de las nuevas tecnologías y de los medios de comunicación de masas, que tanto influyen en todo proceso educativo, han de tener su reflejo también en las normas que regulen y faciliten el desarrollo de la mejor educación en España.

La mejora de la educación para todos los españoles, es lo que justifica la existencia de unas normas que regulen, algo tan preciado y delicado, como es la educación. Por ello, es por lo que, no puede dejar a merced de cualquiera, a millones de niños y jóvenes que son invadidos, en su incipiente intimidad, por multitud de mensajes que deforman sus conciencias y hacen casi inútil el derecho de los padres a la educación de sus hijos (Const.27.3).

Inmersos como estamos en un mundo invadido por los medios de comunicación que pretenden captar a las personas y obtener la más amplia audiencia, hay que partir de una premisa fundamental: son las personas, - y los niños y jóvenes lo son - con su facultad de aceptar o rechazar las ideas que se le proponen, quienes se constituyen en el eje central de todo planteamiento de comunicación.

Y ello, lo saben bien los expertos comunicadores que a veces, por intereses bastardos, la utilizan sin mirar las consecuencias y supongo, que sin ser conscientes del mal que hacen, perjudican a los destinatarios de sus comunicaciones en su afán de captar audiencia y satisfacer sus intereses.

Pero los niños y jóvenes están en inferioridad de condiciones para decidir que cosas aceptan y que otras rechazan. Lo que puede ser, quizás, válido para personas formadas, no lo es para quienes están aún en período inicial de formación

De otra parte, la expresión: "La problemática de comunicación es una cuestión de Imagen", es hoy plenamente aceptada, y resume espléndidamente las verdaderas dimensiones de la tarea educativa. Según cuál sea la "Imagen" que el educando tenga, se adhiere a uno u otro mensaje, educador, medio de comunicación, a una u otra institución, a una u otra ideología, a una u otra actividad.

Toda actividad de comunicación y la educación - esencialmente - lo es, se dirige a la estructura afectiva de las personas con la intención de despertar una corriente de simpatía hacia la persona, institución o colectivo, que la promueve, con el objetivo de atraer a los educandos, que si no la percibieran se desorientarían - precisamente - al no hallar coherencia entre los mensajes que reciben y no encontrar en ellos nada que despierte sus afectos y sentimientos. ¡Hemos de tomar buena nota de ello los que nos dedicamos a tareas de educación!.

Profundizando en el estudio del hombre se descubre que, a menudo, los auténticos deseos se hallan ocultos en el subconsciente humano, detrás de aspectos racionales que realmente parecen los móviles de acción de los individuos. Con lo que se llega a la conclusión de que en el ser humano existen sobrepuestas dos realidades actuando y reaccionando de distinta manera: el sentimiento y la razón.

Con esta teoría, se pone de manifiesto la importancia de no centrarse únicamente en la psicología académica, preocupada por estudiar fundamentalmente los procesos conscientes y aparece un nuevo campo para ser investigado por la psicología moderna, que hace mayor hincapié en la importancia de la estructura emotiva y en su enorme influencia en el comportamiento de los seres humanos.

Para lograr que el mensaje alcance su objetivo, tiene que recorrer el siguiente proceso en el interior del sujeto receptor del mensaje: Debe captar la atención, para más tarde, ser comprendido. Para lo cual, debe despertar su interés (motivación). Dicho mensaje ha de respetar las leyes de la memoria, con el fin de poder ser recortado en el momento oportuno. Por último, debe conseguir que la persona (ser humano) adquiera una creencia positiva.

En pocas palabras, que la "Imagen" proyectada sea de la mayor entidad posible para conseguir que el receptor del mensaje se adhiera a la idea o ideas, que han sido objeto de la acción de comunicación. ¿Ponemos todo nuestro interés en que exista coherencia entre lo que decimos y la "Imagen" que proyectamos?.

También es interesante saber, que no podemos distinguir entre educación y manipulación por los sujetos agentes que las promueven (padres, educadores, instituciones, gobiernos, amigos etc...). Sino por la intencionalidad y los resultados. ¿Ayuda a mejorar al educando?: entonces educa. ¿Pretende aprovecharse de ellos y les perjudica? - directa o indirectamente - les cosifica; ¡luego les está manipulando! Y ello, sea quién sea. (Pero de este tema trataremos en otra ocasión).

De alguna manera, todos somos educadores y educandos. En nuestro caminar por la vida, no importa la edad, hay personas con las que tratamos, de quién - inevitablemente - recibimos mensajes, que nos ayudan a mejorar y al hacerlo nos están educando. Sin embargo, hay otras que incluso, - a veces - ignorando lo que hacen, nos transmiten ideas y creencias erróneas que, por su atractivo y talante, aceptamos y, no obstante, nos perjudican y nos deterioran en vez de mejorarnos. A su vez, nosotros, hemos de ser conscientes de que, con nuestra actuación y mensajes, también hacemos lo mismo: educamos o manipulamos a los que nos rodean.

Por ello y en la actualidad, es tremenda la importancia de los medios de comunicación, (TV, cine, radio, lecturas etc..) por su influencia en la educación de los chavales. Tanta, que compiten con ventaja, con los padres y otros educadores (profesores e instituciones) en la formación de la infancia y juventud. Sobre todo, tenemos que proteger a los padres para que puedan realizar con eficacia esa tarea de amor que es la educación de los hijos.

De ahí, la necesidad de regular el contenido y el acceso a estos medios a los que todos estamos expuestos sin ningún control y -principalmente- los niños, adolescentes y jóvenes, que aún están en proceso de adquisición de los criterios básicos para distinguir la jerarquía de los valores. También, la necesidad de autorregulación de los contenidos (comités éticos) por los responsables de estos medios, sobre todo, en horas de mayor audiencia.

Es evidente, que si los responsables de legislar no son conscientes de su relevancia y, en aras de una libertad mal entendida, no entran seriamente en el asunto, tendremos los medios de comunicación y en consecuencia, los jóvenes, y los problemas juveniles que nos merecemos.