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SOCIEDAD 7-11-2005
"No Somos Gentuza"
Publicado en El Periódico de Catalunya
Los habitantes de Aulnay-sous-Bois claman contra la violencia callejera y contra los políticos. Un imán de esta localidad cercana a París pide el cese de los ataques.
Un desagradable olor a quemado flota en la calles de Aulnay-sous-Bois, localidad cercana a París, al paso de una marcha silenciosa de unas 2.000 personas, autoridades y ciudadanos anónimos indignados y exasperados por la "violencia gratuita" que se ceba desde hace más de una semana en los suburbios parisinos.
Los coquetos pavillons (casas bajas con jardin) del centro de esta localidad, de 80.000 habitantes, contrastan más que nunca con las colmenas de viviendas sociales de los barrios conflictivos como la Cité 3000, la Rosa de los Vientos y los Grandes Sauces, donde la calma es sólo aparente.
Las carcasas de centenares de coches calcinados y las ruinas carbonizadas de garajes y comercios recuerdan que las últimas noches fueron especialmente violentas y que las autoridades parecen impotentes ante la rabia de la bandas de jóvenes desatados.
La ley republicana
No a la violencia, sí al diálogo, dice la pancarta que abre el heterogéneo cortejo, encabezado por el alcalde, el conservador Gérard Gaudron, y el vicepresidente socialista del Consejo Regional, Gerard Stupero.
Esta marcha "es el signo de que la ley republicana se aplica a todos y de que no se va a ceder ante la violencia", declara el alcalde. "Un signo fuerte de unidad para decir a los violentos que ya basta", añade.
Los manifestantes de todas las edades y orígenes aplauden el paso de un coche de bomberos con el parabrisas destrozado por las pedradas. "Todos estamos contra la violencia y contra lo que está ocurriendo aquí. Pero también es cierto que Sarkozy ha echado leña al fuego y que ni si quiera se ha excusado", añade un empleado municipal, de origen norteafricano y temeroso de decir su nombre.
Llamamiento del imán
Hasán Hamiti, imán de la mezquita El Irchad, de Aulnay-sous-Bois, aprovechó la prédica del viernes para hacer un llamamiento: "¡Hay que cesar la violencia, decidlo a todos! Aquí tenemos más derechos que en nuestros países de origen". Hamiti está en la calle con algunos de sus fieles. Jaled, argelino de 28 años, asiente: "El imán tiene razón. Hay que respetar a este país, es nuestra segunda patria y nada ni nadie justifica la violencia, ni siquiera Sarkozy".
Jaled forma parte de la delegación de jóvenes que el imán ha enviado a los barrios para intentar que los violentos razonen, y reconoce que esto "no es una tarea fácil".
"Luego dirán que los musulmanes somos salvajes. Aunque uno se llame Rachid o Mohamed no quiere decir que sea musulmán, y lo cierto es que muchos de los jóvenes violentos no son de ninguna religión", añade Hasán, que advierte del peligro de la amalgama. Solamente por ser de Aulnay, localidad con una importante comunidad musulmana, "algunos nos trataban ya de terroristas o integristas, y ahora no sé qué van a decir", comenta Murad.
La queja paterna
A pocas calles de donde transcurre la manifestación oficial, desfila una marcha oficiosa de apenas 50 personas, entre ellos un padre que se queja: "Muchos abandonan demasiado rápido y dejan hacer a sus hijos".
Fátima, que lleva la sudadera con la capucha de rigor de los violentos, se declara solidaria con las bandas. "Desde hace años, los políticos no hacen nada. Cada vez que hay un problema, parece que descubren la existencia de los barrios. Aquí las agresiones son moneda corriente; chicas violadas y chavales que mueren asesinados los hay casi todos los días y nadie nos hace caso. Es lógico que se rebelen", dice.
Sus amigos violentos se mantienen al margen del cortejo y se muestran poco cooperadores con los periodistas, pero ante las cámaras de las televisiones extranjeras rompen el mutismo.
"Aulnay es solidaria con Clichy y con los otros barrios. Así es como funcionan las cosas. Cuando un policía muere, todos los sindicatos son solidarios. Nosotros hacemos lo mismo. No somos gentuza, somos seres humanos y, si para que se nos oiga tenemos que quemar coches, pues lo hacemos", ironiza Tariq, ante los ojos desorbitados de un periodista alemán.
Pero no son solamente los jóvenes los que juzgan con dureza la política gubernamental. Las asociaciones tampoco se quedan cortas a la hora de las quejas. SOS Racismo ha pedido al primer ministro.
Dominique de Villepin, que organice una mesa redonda sobre "las perspectivas de futuro" para los barrios difíciles. Laurent, educador social en Aulnay, subraya que "las primeras víctimas de estas violencias, tanto en términos mediáticos como materiales, son los habitantes de estos mismos barrios" que sufren la "violencia interior y la condena interior".
Tras los recortes
Los cargos electos de la oposición de izquierdas, así como de una parte de la derecha, hacen las cuentas y avanzan como una de las causas del estallido de la crisis los últimos recortes presupuestarios que provocan la supresión pura y simple de numerosas subvenciones para los barrios más necesitados.
El diputado socialista Didier Migaud, miembro de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, afirma que los recortes afectan a la llamada policía de proximidad, suprimida por Nicolas Sarkozy por considerar que el papel de los policías no es el "jugar a los educadores sociales". Según el diario Le Monde, este año se han suprimido 310 millones de euros consagrados a la inserción y la vivienda social.
(Publicado en El Periódico de Catalunya)
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