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CINE  •  23-10-2005

De Cowboys Gays y Niños Grandes
Enrique Marqués (NJ) Envíado Especial

Prosigue el día a día en el festival vallisoletano y lo hace con una progresivamente mejor sección oficial. Entre el sábado y la mañana de este domingo se han podido apreciar dos de las películas más esperadas de la programación, galardonadas en dos de los mejores certámenes del mundo (Cannes y Venecia) con sus premios principales: L'enfant y Brokeback Mountain, ambas fuera de concurso. También se ha proyectado, en este caso a competición, la primera de las coproducciones hispanoargentinas seleccionadas: Elsa y Fred, comedia sentimental protagonizada por Manuel Alexandre y China Zorrilla.

Un niño grande

Los hermanos Dardenne son dos directores belgas de los que se sería capaz de reconocer su autoría tan sólo viendoEl Niño una sola secuencia de una de sus películas. Esto es debido a su inconfundible estilo pseudodocumental, que dota a sus trabajos, al margen del mayor o menos interés que puedan suscitar, de una naturalidad y un realismo pasmosos. No me convencieron excesivamente con su anterior Palma de oro, Rosetta, pero sí lo hicieron con La promesa y sobre todo con El hijo, título similar al que presentaban este sábado en la Seminci, El niño, y con el que se superan a sí mismos, manteniendo idéntico el estilo en la realización, el montaje y la preocupación social de sus temáticas.

El niño nos cuenta la odisea de una pareja de veinteañeros que se dedican a la delincuencia, con pequeños hurtos y trapicheos con los que malviven a duras penas. Pero esa pareja, en el momento que comienza la película, han sido padres recientemente, situación que les traerá conflictos cuando ella descubra que su pareja no soporta la presión de la paternidad. Toda la película sigue las andanzas de ambos, especialmente del padre, un convincente Jeremie Renier, y en esas andanzas cotidianas, con huídas de la policía, ajustes de cuentas o conflictos de pareja, la película hace una reflexión (no moralista, en cualquier caso), sobre cierto tipo de personajes a la deriva, el desencanto juvenil, el "peterpanismo" y las responsabilidades vitales inasumidas. Una magnífica película, con un emocionante final que podría haber filmado el mismísimo Truffaut.

Amar diferente

Y siguiendo con la sección oficial, este domingo se proyectaban dos películas radicalmente diferentes en aspecto, origen, objetivos y también calidades, pero que tienen en común el coincidir sus argumentos en el retrato de amores incomprendidos. La primera, la coproducción argentina Elsa y Fred es una comedia sentimental algo facilona, destinada a agradar al mayor número de espectadores posibles, con una mirada maniquea y muy vista sobre la incomprensión que recibe la relación entre dos personas mayores (espléndidos Manuel Alexandre y China Zorrilla), que en el final de sus vidas deciden darse la oportunidad de ser completamente felices y hacer lo que realmente siempre desearon, pese al desconcierto de sus familias.

El otro título era uno de los trabajos más esperados desde que se anunciaron las películas seleccionadas, Brokeback Mountain, última película del talentoso director taiwanés Ang Lee, que ya ha hecho algunas importantes obras fuera de su país. El relatoBrokeback Mountain del encuentro en 1963 de dos cowboys y su posterior enamoramiento en las montañas de Brokeback, donde trabajan juntos cuidando de un gran rebaño de ovejas, es un film austero, por momentos incluso algo aséptico, con un tempo narrativo pausado y reflexivo, pero finalmente emocionante. Ang Lee nos lo cuenta de manera escrupulosamente respetuosa, y a la calidad del film contribuye la química sostenida entre los actores Heath Ledger y Jake Gyllenahall a los que cabe agradecer su valentía en aceptar unos papeles en los que no es fácil imaginar a Tom Cruise o Brad Pitt, por ejemplo, más preocupados por su imagen que por su trabajo. También es divertido pensar en qué hubiera pensado John Wayne de esta historia de cowboys homosexuales haciendo el amor en los territorios en los que él y sus rudos vaqueros contemporáneos mascaban chicle y escupían al suelo.