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CINE 11-4-2005
Crítica - Algo en Común
Enrique Marqués (NJ)
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Sinopsis
Andrew Largeman vuelve a su casa natal en Nueva Jersey después de 10 años de ausencia para asisitir al funeral de su madre. Allí se reencuentra con su pasado y conoce a una chica, Samantha (Portman), que quizá cambie su vida para siempre. Largeman, que acaba de dejar los antidepreseivos que ha estado tomando durante años, comienza a redescubrirse a si mismo, lo que incluye enfrentarse a su padre, psicólogo, y ayudar a Samantha a superar sus propios problemas pisicológicos.
Comentario
La ópera prima del joven director Zach Braff, acreditado aquí también como actor y guionista, titulada en España absurdamente 'Algo en común' (el original es 'Garden State', en referencia a la cantidad de jardines que existen en las casas del Estado de New Jersey, donde se sitúa la acción), es un ejemplo perfecto de sencilla pero cautivadora historia con personaje "especial" que suele producir el cine independiente norteamericano.
Ciertamente, a Braff se le adivina un talento especial a la hora de escribir situaciones aparentemente cómicas, con un punto dramático que congela la sonrisa del espectador cuando éste entiende, que, aunque estemos dentro de un registro de comedia, las vidas de los personajes protagonistas, auténticos "outsiders" de la sociedad, encierran una gran carga de dramatismo y de tormento interior.
Y a estos personajes los encarnan con encanto y convicción la "lolita" del cine moderno, Natalie Portman, y, como se ha dicho, el propio director, correcto, pero más competente en su labor de dirección y escritura. Ambos están acompañados por una serie de personajes secundarios que enriquecen el transcurrir de esta sencilla y entrañable historia, como esa pandilla de amigos a los que el protagonista recupera a su regreso al pueblo, o su padre (Ian Holm), el principal causante del peculiar estado mental de su hijo.
Lástima que a Braff se le vaya la mano en la conclusión del relato, y que traicione en parte con un inverosímil final la coherencia de su personaje, además de suponer una concesión demasiado fácil a la comercialidad y un "happy end" excesivamente forzado, que se podría haber resuelto más inteligentemente con un final más abierto, que dejara al espectador libre de pensar en la continuidad, o no, de lo que sólo se ha apuntado.
Lo mejor: Las situaciones cómicas y surrealistas
Lo peor: La secuencia final
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