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SOCIEDAD  •  4-4-2005

Conmoción por la Agonía del Papa que Hizo de la Fe su Horizonte
Publicado en Eccosdigital.com / Elsemanaldigital.com

En el momento final, la vida de Juan Pablo II es un modelo para millones de personas en el mundo. Un gran hombre, un gran Papa, una figura central entre los líderes del siglo XX.

Conmoción mundial por la agonía del Papa. Juan Pablo II se muere. A medianoche, en el tránsito del viernes al sábado, la vida del Santo Padre seguía pendiente de un hilo, en manos de la voluntad de Dios.

Todos pendientes del Pontífice, todos mirando a la Santa Sede. Pese al cúmulo de noticias a lo largo de toda la tarde-noche, en algunos casos contradictorias, el corazón del Papa aún late y la noticia de su muerte todavía no se ha producido. Pero puede llegar en cualquier momento.

Durante toda la jornada de ayer el mundo entero estuvo pendiente de la vida del Papa. Desde que a última hora de la noche del jueves se conociera el agravamiento general de la salud de Juan Pablo II, millones de personas en todo el mundo permanecieron a lo largo de todo el día atentos a la evolución del Santo Padre, temiendo que su muerte pudiera llegar en cualquier momento.

La emocionada comparecencia que a las 12,30 horas realizó el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, en la que confirmó tristemente que el Papa se encontraba en "condiciones de extrema gravedad", aunque lúcido y consciente, fue la confirmación de que la vida del Sumo Pontífice pendía ya de un hilo y estaba en manos de Dios.

El Papa había recibido el día anterior el sacramento de la Extremaunción y su muerte podía ser ya cuestión de horas. Se apagaba lenta pero inexorablemente la vida de un Papa ejemplar, bueno, querido, inmenso en su integridad, en el mantenimiento de sus principios, en la defensa a ultranza de la vida y la dignidad del ser humano.

Juan Pablo II, Karol Wojtyla, el Papa polaco, el Papa viajero, pacifista, ecuménico y conciliador, se despedía del mundo y entraba sereno en el Reino de Dios.

Mientras tanto, las iglesias se llenaban en todo el mundo de fieles que acudían a rezar por Juan Pablo II. Los medios de comunicación de todo el planeta se encontraban expectantes en Roma.

Las autoridades de la Iglesia católica y diócesis de todos los países hacía llamamientos para que todos rezaran por el Santo Padre, unos rezos a los que se unían los líderes espirituales de la Iglesia ortodoxa rusa - con los que nunca llegó a abrazarse en Moscú - y de la comunidad hebrea de Roma, clara muestra de reconocimiento por las estrechas relaciones que el Papa mantuvo con estas comunidades religiosas a través de su largo Pontificado de más de un cuarto de siglo.

También las comunidades islámicas mostraron su respeto por la figura del Papa, en el que reconocieron a un líder que abrió la puerta al diálogo entre religiones. "El mundo reza por el Papa", titulaba a nueve columnas L´Osservatore, periódico del Vaticano. En las mezquitas de Irán e Irak también se rezó por Juan Pablo II. Especialmente significativa fue la reacción masiva de los polacos, que durante todo el día llenaron las iglesias de su país para rezar por su compatriota.

Todas las noticias que llegaron a lo largo del día incidían en un aspecto fundamental que dice mucho de Juan Pablo II: la profunda serenidad del Papa en su agonía, su tranquilidad en el momento final de su vida, cerca ya de Dios.

Durante la mañana y buena parte de la tarde, el Santo Padre mantuvo su consciencia y, de hecho, a primera hora de la tarde se conoció que había nombrado a 12 nuevos obispos y arzobispos, al tiempo que aceptó la renuncia de otros seis.

Después, la ausencia de noticias oficiales sobre la salud del Pontífice hicieron pensar que su situación se había estabilizado, pero tres minutos antes de las siete de la tarde un nuevo comunicado de Navarro Valls dejó claro que se había producido un notable agravamiento de su salud y que su vida estaba ya muy comprometida.

Otras fuentes afirmaban que el Papa había entrado en coma. Doce minutos después de las siete de la tarde, se cerró la Puerta de Bronce de San Pedro y cinco minutos después comenzó en San Juan de Letrán la misa por Juan Pablo II, oficiada por Camilo Ruini, vicario de Roma y encargado de anunciar la muerte del Pontífice cuando llegara el momento.

En esta misa una frase significativa del cardenal Ruini deja clara la situación: "El Papa ya ve y toca a Dios". El mundo se prepara para la muerte de uno de los Papas más admirados, queridos y cercanos.

El dolor y la conmoción se extienden por todos los rincones. Uno de los líderes mundiales más importantes del siglo XX agoniza en su lecho de muerte.

El vicario de Roma también afirmó en su homilía que "Juan Pablo II está afrontando la prueba más difícil de su vida y con la espera íntima y serena de quien ha trabajado, vivido, sufrido y sido feliz".

A las nueve y diez minutos de la noche, otra frase rotunda, en este caso de monseñor Comastri, vicario del Vaticano, profundizaba en lo irreversible: "Esta tarde o esta noche Cristo le abre la puertas la Papa".

Mientras los cardenales llegaban a Roma a lo largo del día, las autoridades italianas, con el primer ministro, Silvio Berlusconi, y el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, a la cabeza, suspendían la campaña electoral en la que están inmersos.

Todos asistieron a la misa por el Papa que Camillo Ruini ofició en la catedral romana. El Gobierno español, a través de su vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, leyó un comunicado de "solidaridad" y "preocupación" hacia Juan Pablo II.

(Publicado en Eccosdigital.com / Elsemanaldigital.com)