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CINE  •  4-4-2005

Crítica - 'Hierro 3', de Kim Ki Duk
Enrique Marqués (NJ)

* * * * *Hierro 3

Sinopsis

Tae-suk, un indigente, ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes sabe que están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que duerme en camas ajenas, come algo de las neveras y retribuye su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto convertida en una sombra viviente por un marido que la maltrata, encerrándola en una casa ostentosa. El destino cruza los caminos de Tae-suk y Sun-hwa, aunque sus existencias están abocadas a no dejar huella en el mundo.

Comentario

El cineasta surcoreano Kim Ki Duk, (autor de aquella fascinante y provocativa 'La isla'), presenta tras su exitoso recibimiento en la pasada edición de la Seminci vallisoletana, donde consiguió la espiga de oro, así como el premio de la juventud, la película 'Hierro 3', extraño título que hace referencia a uno de los palos del golf, y cuyo silencioso protagonista (no habla en toda la película), se dedica a usar en todo momento para todo menos para practicar ese deporte.

Lo diré ya; esta película es una de las visual y argumentalmente más fascinantes obras que ha creado el cine contemporáneo en años, al presentar la en apariencia anécdota mínima, (un par de jóvenes se dedican a ocupar las casas ajenas cuando no están los dueños), como un catálogo de emociones, sugerencias, y guiños al espectador inteligente; todo ello contado con una originalidad y un sentido del humor sobresalientes.

El hecho de que la historia narrada por Ki Duk esté contada desde dos puntos de vista tan poco "fiables" como el de los dos marginales protagonistas hace pensar en múltiples lecturas cuando acaba su metraje, y estas hipótesis van desde la invención de que todo lo visto sea invención de una mujer maltratada, (que compensaría con este autoengaño su drama particular), hasta la que convertiría a esta extraña y alucinante película en una "de fantasmas".

El protagonista es un chico que se cuela en casas ajenas cuando no están los dueños no con la intención de robar o hacer daño, sino para pasar unas horas allí, explorando y haciendo fotos, y finalmente hacer la colada o arreglar un enchufe o una radio. En uno de esos inofensivos allanamientos de morada conoce a una mujer joven víctima de malos tratos por parte de su marido, con la que vivirá a partir de ese momento una historia de amor totalmente a contracorriente.

Si el cine nació para contar historias en imágenes, Kim Ki Duk sabe para qué sirve este arte, y ofrece en esta aparentemente sencilla obra un despliegue de sugerencias, personajes e imágenes inolvidables que dan al espectador cinéfilo la tranquilizadora sensación de que con cineastas como Kim Ki Duk (y como Egoyan, Solondz, Kitano, Jonze...) el futuro del cine de autor está muy bien asegurado. Casi una obra maestra

Lo mejor: Su capacidad para fascinar al espectador

Lo peor: El letrero final, contradictorio con la ambigüedad buscada