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CINE 30-8-2004
Disipando las Nieblas de Avalon
Ángel Burbano
Una película nos muestra el primer rasgo histórico que se conoce del famoso Rey Arturo. Un jefe militar que reagrupa a los británicos tras la retirada imperial romana. "El rey Arturo", la obra de Antoine Fuqua, abre el debate del proceso que actualmente se vive en el Reino Unido: la certificación histórica de una leyenda.
Reconozcámoslo, si hay un rey al que merezca la pena rendir vasallaje ese es Arturo de Bretaña. Y si hay una mujer a la que obedecer, esa es Ginebra (amén de otras doncellas artúricas). Dentro del folclore inglés, Arturo está catalogado como "guerrero durmiente" ("Diccionario de las hadas", Katharine Briggs, Ed. José de Olañeta), es decir, no murió del todo. Más bien fue herido y permanece a la espera de volver a reinar, que buena falta hace en nuestros días. Ahora bien, el sueño debe de ser profundo pues lleva ya diez siglos o más en reposo. Esto es posible gracias a la ingente literatura que se ha escrito de este personaje y sus famosos caballeros. Muchos autores le han dado forma, algunos anónimamente. El éxito literario que alcanzó la llamada Materia de Bretaña o Ciclo Artúrico es incomparable. Tanto que la Iglesia católica lo cristianizó poco a poco. De unas historias más paganas que otra cosa, se acabó creando el mito del Santo Grial. Arturo y sus caballeros fueron modelo de caballería para la vida real y perfilaron el llamado amor cortés (que ya produjo célebres tratados como el francés "El libro de la rosa"). Si bien la tinta ha corrido en ríos muy copiosos, son unos pocos los factótum literarios de Arturo. Por orden cronológico debemos citar primero a Robert Wace que en 1155 escribió su "Le roman de Brut" fundiendo la creación de la Tabla Redonda. Más tarde en ese mismo siglo tenemos a Chrétien de Troyes, gran escritor francés que nos ha dejado obras artúricas como "El cuento del Grial" y "El caballero de la carreta". Su prosa es la cima de las letras novelescas del siglo XII. Su difusión fue tremenda. Otro autor más tardío (1210) que puso una pica en Flandes fue el alemán Wolfram von Eschenbach. Su "Parzival" es obra cumbre de la literatura alemana y de ella salió la ópera Parsifal según inspiraciones de Wagner. Fue Wolfram uno de los hacedores del Grial en tierras germanas.
Delante de estos autores hay que colocar en el siglo XII a Galfridus Monemotensis, más conocido como Geoffrey de Monmouth. Este clérigo galés, que murió siendo obispo, escribió entre otras obras la Historia de los Reyes de Britania. Es aquí donde aparece Arturo entroncado ya como gran rey. Desde esta obra hacia atrás es donde se mueve la película de Antoine Fuqua. Pero la historiografía nos da pocos datos reales.
Todo Imperio tiene un final. Lo que hoy llamamos Reino Unido era romano hasta la frontera con Escocia. A partir del siglo IV Roma comienza a decaer. Y son los pictos y los sajones que aparecen en la película los que acosan a Gran Bretaña para finalmente conquistarla (exceptuando Gales). Roma dejó poco a poco de apoyar a sus hijos bretones. Esto debió de suponer un acicate de liberación para los británicos pues en la obra de Geoffrey se encuentra un pasaje casi épico. En él, el arzobispo de Londres, Gütelino, anuncia que Roma ya no puede cuidar de ellos y les insta a tomar las armas contra los invasores, que es tanto como decir la independencia. "...me resisto a creer que hayáis perdido las virtudes propias de un hombre. Y si sois hombres ¡comportaos como tales!".
Es por entonces cuando los jefes locales militares de entonces toman la organización militar. Romanos cristianos, es verdad, pero de la tierra. En el siglo IX, una historia de Inglaterra escrita por Nenius nos muestra ya un tal Arturo, líder militar. Un siglo después, los "Anales Cambriae" fechan hasta la batalla en que murió Arturo: 537 en Camlann (Somerset, Inglaterra). Sin embargo como suele ocurrir hay que coger estos textos con cuidado. No obstante parece ser que su vida debió de transcurrir entre los siglos V y VI. El autor español Juan Eslava Galán apunta la posibilidad de que naciera hacia el 470 ("Los templarios y otros enigmas medievales", Juan Eslava Galán, Ed. Planeta).
Tampoco está claro que fuese del todo celta pues el nombre Arturo es latino. Sin embargo el personaje ya aparece muy arraigado en el folclore celta. No es descabellado pensar en esos orígenes cuando tras siglos de dominación romana se echan raíces. Como vemos, los datos históricos son pocos. Por tanto, en base a ellos se hace una reconstrucción "hipotética" de Arturo. Esa es la película que nos trae.
Objetivamente hablando la figura de Arturo que aparece en la película de Fuqua es la más coherente. Sus otros caballeros son el supuesto de lo que podrían haber sido. Quizás por eso no se ven muy claras las relaciones famosas entre Lanzarote-Ginebra y que dieron lugar a todo un cauce literario posterior. De hecho el final de la película es incongruente con la saga literaria. En aquella Lanzarote muere en combate y después se casa Arturo con Ginebra. En teoría, el final que propone Fuqua es la continuación y engrandecimiento de la Tabla Redonda. En medio eso sí, nos encontramos con una correcta película de aventuras. Hay puntos no obstante en los que conviene arrojar luz. Uno es el supuesto pelagianismo que profesa Arturo. Dicho movimiento fue considerado hereje por el cristianismo en el Concilio de Orange de 529. La base estaba en el monje y teólogo británico del siglo IV-V Pelagio. En lo que a la película nos atañe, este movimiento sostenía que el hombre por sí sólo puede autorealizarse sin la Gracia de Dios. En la película se traduce, salvando las distancias, en un hoy demagógico discurso poco menos que democrático. Que Arturo fuese pelagiano está por certificarse aunque es posible.
Por otro lado es correcto ver a un grupo de "caballeros a caballo". La caballería acorazada fue ya usada en la última etapa del Imperio romano. Se apunta que quizás, este uso militar supusiese una baza contra los sajones invasores que preferentemente iban a pie. Son reconstrucciones más o menos plausibles. Y hoy en día es el proceso al que estamos asistiendo, la constatación histórica de la leyenda. En varios sitios de Inglaterra hay excavaciones que entre otras cosas suponen a fecha de hoy un avance en la Historia del Reino Unido. Cornualles, Caerleon, Winchester y sobre todo Cadbury, Tintagel y Glastonbury pugnan por ser lugares artúricos.
Los ingleses en general tienen a Arturo como todo un rey, a pesar de que el caudillo militar era eso, un caudillo, no un rey. Luego por supuesto vino la transformación legendaria en base a unos datos. Esa transformación literaria es la que ha convertido a estos caballeros en universales y les permite vivir hoy en día con toda vigencia. El cine tiene varios ejemplos de adaptaciones literarias de Arturo. A la cabeza la película de John Boorman, "Excalibur".
A partir de ahora se reabre el debate histórico. Quizás haga falta saber quién es el hombre que reunió los más altos ideales caballerescos. No obstante no fue el único. No queremos olvidar a otras grandes historias como Los Nibelungos en Alemania, Carlomagno en Francia, Amadís de Gaula en España... y otros tantos que fueron el crisol literario de la caballerosidad medieval. A lo mejor la falta de valores en una sociedad tan individual y materialista como la nuestra nos hace mirar con añoranza otros tiempos. De ahí que vuelvan películas históricas, que gracias a las reconstrucciones informáticas, nos traen a los héroes griegos, y a personajes como Arturo, Alejandro Magno, Aníbal y más, que seguro traerá de nuevo el cine. Eran los tiempos en que la Muerte daba sentido a la vida. Porque nacíamos con una misión. Hoy en día nacemos sin misión y vamos errando por la vida. Curiosamente igual que los caballeros andantes en busca de gloria, reflejados soberbiamente en la literatura medieval.
Bibliografía
La literatura artúrica es tan ingente y hay tantos estudios que es imposible acotar para recomendar. Sólo diremos dos recomendaciones españolas. Los traductores oficiales del Rey Arturo en España son Carlos García Gual y Carlos Alvar. Para leer la Materia de Bretaña recomendamos dos editoriales. Entre Siruela y Alianza el interesado puede leer casi todo lo traducido en España. También estos autores han publicado algún estudio al respecto.
Sobre los estudios artúricos hay de todo. Sólo es plausible que cuanto más se lea mejor, que el lector compare y opine.
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