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SOCIEDAD  •  5-7-2004

Un Juego de Niños
Andrés Abellanas (NJ)

Está tarde estoy un poco aburrido, y como si siguiera siendo un niño me he inventado mi propio juego. Y he pensado que a ti también te gustaría jugar conmigo.

Piensa en un niño o una niña, si puede ser, en uno concreto. Si no lo consigues se acepta uno genérico.

Muy bien seguimos, piensa en lo que desprende, en lo que le sale de dentro. No lo que simplemente lleva por fuera, no, lo que de dentro saca afuera. Lo que emana. Lo que inspira.

¿Confianza?, no. La última vez que le conté a un niño un secreto, se enteraron todos sus amigos, mi madre y la policía, menos mal que no era delito.

¿Fortaleza? ¿Seguridad?, no. La verdad es que los niños aunque a veces muestran valentía, no los tomamos por héroes, como superhombres o supermujeres. Sin embargo su fuerza de voluntad, en muchas ocasiones es más fuerte que nuestra terquedad.

¿Alegría?, sí. Alegría sí. Es algo intrínseco en el niño, de hecho rápidamente nos preocupamos cuando un niño no es o está alegre. En cambio muchos adultos tristes deambulan por la ciudad.

¿Esperanza?, también. La esperanza está estrechamente relacionada con el tiempo futuro, con lo que está por llegar. No cabe duda que un niño tiene más por llegar, más tiempo por delante que tú y que yo.

El sábado pasado, en la plaza de España de Zaragoza, tuvo lugar una velada por la vida. Una velada que quería gritar no a la guerra, no a la guerra que se ha levantado contra la vida. Una guerra en la que sólo mueren los más débiles, los que no tienen voz, y en la que se olvida que todos tenemos derecho a la vida y se priva a la mujer de la posibilidad de ser madre y al hombre de ser padre.

Una guerra que en el año 2001 en España se cobró la vida de más de 77.000 niños y niñas. Niños y niñas que eran la alegría y la esperanza del mundo, y que en la trinchera del seno materno, ante las armas esterilizadas de un quirófano, perdieron su alegría y esperanza por seguir amando a sus padres.

En la velada, que no ha tenido repercusión en ningún medio de comunicación, participaron varios cientos de personas, incluso según algunos datos un par de millares. Muchas personas y sobre todo muchas "personitas". "Personitas" que infundieron en todos los que allí estuvimos esperanza y alegría.

Hubo gente a la que le molestó que personas de razas, culturas y religiones diferentes (si bien es cierto que la mayoría de las personas que velamos el sábado éramos católicos, la historia de nuestro país tiene un peso, aunque a muchos les duela), se manifestaran en favor de la ley natural, la ley de la vida, la ecología humana. Y al poco tiempo se formó, a escasos metros una contramanifestación a favor del asesinato libre de la esperanza y la alegría del mundo, del asesinato de personas.

Entre ellos no había ningún niño. En sus manos carteles con el lema: "YO ABORTÉ", ¡qué valentía! Me extrañó no leer ningún lema "YO FUI UN ABORTO".

Muchos niños, aquí en España, sufren la realidad antes de prepararse con juegos.