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SOCIEDAD 3-5-2004
La Vida del Emigrante
Héctor Mendal (NJ)
Cada año llegan a España decenas de miles de emigrantes en busca de una oportunidad para subsistir en un mundo dominado por Occidente. Llegan con la ilusión de forjarse un futuro en una tierra que es, para ellos, desconocida, en la que, en muchos casos, no conocen a nadie. Llegan para trabajar pero, muchas veces, no se les acoge con los brazos abiertos.
El Mediterráneo es un auténtico laboratorio de la globalización y, por ello, la inmigración constituye un asunto de alcance internacional: un factor determinante dentro del calendario global, cuya gestión podrá aprovechar la respuesta que se suministre para los desafíos que presenta este calendario de principios del siglo XXI.
La singularidad y la importancia de las migraciones actuales residen en el hecho de que se desarrollan en el seno de un espacio central del proceso de recomposición del orden mundial. Esto favorece, sin duda alguna, una interpretación más compleja del fenómeno migratorio, que deja de ser un factor de origen externo, perturbador de la estabilidad y de la cohesión del país de acogida, y comienza a dibujarse como un componente activo para la construcción de escenas futuras basadas en la integración regional, la modernización política y el diálogo cultural.
Actualmente residen en España 1'6 millones de extranjeros en situación legal -el triple que en 1996-. Por nacionalidades, el mayor número de estos ciudadanos son marroquíes (333.000), ecuatorianos (174.000), británicos (105.000), alemanes (casi 68.000), colombianos (107.000), peruanos (57.000) y chinos (56.000), entre otros. Además, cada año que transcurre son más los repatriados a su país de origen -92.000 extranjeros ilegales fueron repatriados en el 2003, un 20% más que en 2002-.
En cuanto a la inmigración irregular con embarcaciones, el número de detenidos que trataban de acceder ilegalmente a España ascendió a 19.176, un 15% más que en 2002 (2.506 detenidos más). Pese a que el número de detenidos en la zona del Estrecho (9.794) y en Canarias (9.382) es similar al ejercicio anterior, en el 2003 se registró un cambio de tendencia respecto a 2002, en el que el número de detenciones en Canarias era superior a las efectuadas en el Estrecho.
Estos son datos que hacen reflexionar a cualquier individuo con un mínimo de apego por la raza humana. Cada año intentan entrar en nuestro país más emigrantes. Muchos de ellos lo hacen en pateras de madera, frágiles navíos en manos de mares encrespados, navíos que se acaban partiendo y dando con sus ocupantes en las frías aguas del Mediterráneo; muchos de los que intentan llegar a nuestras costas mueren en el intento, ahogados en un mar del que no pueden salir por no saber, ni siquiera, nadar. Otros, cuando llegan, son detenidos y puestos en manos de la Justicia española, que los hacina en centros como "Treblinka" o "El Matorral", algunos de ellos conocidos como "Guantánamo 2", en los que se acumulan más de 1.800 inmigrantes que se encuentran recluidos, según los propios testigos, en "jaulas para animales" en las que está prohibido el paso a la prensa y a las ONG -incluso a
Cáritas- y en las que la Cruz Roja sólo puede entrar para antender a los más enfermos.
Cuando uno ve, por la pequeña pantalla, las imágenes de todos estos inmigrantes que intentan entrar en nuestro país se pregunta: ¿Para qué querrán vivir en España si los pisos están caros, si no hay trabajo, si el nivel de vida está por debajo de la media de la Unión Europea? La respuesta es sencilla: imaginémonos a nosotros -españolitos de a pie que nos quejamos de que no tenemos trabajo sin hacer gran cosa para encontrarlo-, en un país en guerra, con casas construídas en mal estado, con gran precariedad laboral, con dictaduras, o con represiones económicas del mundo occidental. ¿No harían lo mismo que ellos e intentarían venir a España? Yo sí. Para entenderlos hay que vivir la vida del emigrante.
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