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CINE 12-4-2004
Polemizo si Quiero, o No
Andrés Abellanas Sánchez
Estarán de acuerdo conmigo, o no, en que en el marco sociocultural que nos toca vivir, todo, absolutamente todo, es polemizable y polemizante, o no.
El sábado pasado vi una película (esto no es rebatible ni opinable, gracias a Dios, porque realmente la vi). Hacía bastante tiempo que no veía un largometraje, pero viendo el escozor que había provocado en notables círculos sociales, me prometí que la vería. La película de la que hablo es "La Pasión de Cristo" dirigida por Mel Gibson.
Antes de verla había leído y escuchado bastantes opiniones sobre la película: que si es antisemita, que si no lo es; que si tiene demasiada violencia, que si no la tiene; que si es un Cristo muy distante, que si es cercano; que si el director es un fanático religioso perteneciente a una secta tradicionalista, que si es un católico romano sin más apellidos...
Empezó la película. Durante la proyección permanecí en silencio, a semejanza del resto de la sala, a excepción de los sollozos que quien más quien menos intentaban disimular. Pero ante todo reinaba el silencio, el silencio, el silencio...
Al terminar el film, no hubo aplausos, cada persona se levantaba de sus asiento y se marchaba en silencio, en silencio, en silencio...
Pese a quien pese, el largometraje es de los que trascienden, de los que dejan un poso dentro de la persona. Un poso que hay que dejar reposar. Reposo que reclama silencio, silencio, silencio...
¿Antisemita? No. ¿Demasiada violencia? ¿Demasiada sangre? Sí.
Como consecuencia de la crisis cultural que padece Europa (no se quiere reconocer el legado histórico-cultural que el cristianismo ha prestado al continente para ser su cimiento), no se entiende ni se sabe que Jesucristo no murió por culpa de los judíos. Murió por todas nuestra culpas. No hay que ocultar tampoco que a lo largo de las dos horas que dura la cinta, Jesús de Nazaret dice y redice que nos amemos los unos a los otros. Que amemos a nuestros enemigos. Reza por los judíos, por los romanos, y por nosotros a su Padre, porque no sabemos lo que hacemos.
Violencia y sangre, sufrimiento y dolor. Estoy cansado de ver cine en el que aparecen escenas de violencia y de sexo de forma gratuita, sin necesidad de ellas para seguir el hilo argumental, para entender la historia. En este caso entiendo que es diferente. Sí, es diferente. Mel Gibson, podía haberse ahorrado material y horas de maquillaje en Jim Caviezel (actor que representa a Jesús), pero no habría sido fiel a lo que sucedió. La sangre de Jesús no es gratuita, tiene un precio, el precio de nuestra salvación.
Una película salvaje. Salvajemente fiel al amor de Jesús a cada uno de nosotros, sus amigos, o no.
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