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CINE 5-4-2004
Último Adiós a Peter Ustinov
Silvia Forcén Cano (NJ)
Sir Peter Ustinov murió el domingo 28 de marzo de 2004 a la edad de 83 años, en una clínica de la ciudad suiza de Ginebra, donde estaba internado desde hacía dos meses, como consecuencia de una serie de complicaciones cardíacas derivadas de su diabetes.
Nació en Gran Bretaña el 16 de abril de 1921, hijo de padres rusos, es un personaje con humanidad donde los haya. Ustinov también fue embajador de buena voluntad de UNICEF.
Artista polifacético que dedicó sesenta años de su vida al teatro, la televisión y el cine. Director, novelista, declamador, pintor y actor, su éxito mundial llegó con la interpretación de Nerón en Quo Vadis.
Además de dirigir Billy Budd en 1962, ganó sendos óscars como mejor actor secundario en 1961 por Espartaco y en 1964 repitió galardón con la divertida película Topkapi.
Su lista de trabajos es sobresaliente. Actuó en Beau Brummell, junto a Stewart Granger y Elizabeth Taylor, y en Sinhué el egipcio de Michael Curtiz. También se puso a las órdenes de Max Ophuls en Lola Montes. Y pudimos verlo en Un ángel pasó por Brooklyn, producción española de Ladislao Vajda protagonizada por Pablito Calvo y el consagrado Pepe Isbert.
En todas ellas demostró su talento actoral, que le ha valido la popularidad intenacional y le ha consagrado como uno de los grandes actores de la época, destacando y convirtiéndose en el último superviviente de una lista de estrellas con carácter de renombre entre los que destacan, entre otros Anthony Quinn, Alec Guinness o Peter Sellers.
También recibió una nominación por Quo Vadis en 1951 y otra en 1968 por el guión de la película Un cerebro millonario.
En vida, disfrutó de innumerables homenajes, como el tributo de la Academia de Bellas Artes de Francia (donde suplantó a Orson Welles), y el título de Caballero del Imperio Británico -título de "Sir"- concedido por la reina Isabel de Inglaterra en 1990.
A pesar de su movilidad limitada en los últimos años, -a causa de la diabetes- pues estaba en una silla de ruedas, continuó hasta hace poco tiempo presentándose a encuentros literarios y charlas, para seguir alentando el arte de la risa, a la que Ustinov definía como "la música más civilizada del mundo".
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