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SOCIEDAD 29-3-2004
Amando a Escondidas
Rebeca Muñoz (NJ)
Con la decisión de un juez de Navarra de dar la adopción de dos gemelas a una pareja de lesbianas (una de ellas la madre natural), se ha abierto el debate polémico de la homosexualidad en nuestro país. Los derechos y no derechos que estas personas deben tener. ¿Iguales ante la ley o una simple utopía?
 Se suele decir, que la sociedad occidental del siglo XX, se caracteriza por el pluralismo político de las formas de vida, de las opciones éticas y religiosas, de los puntos de vista y de las preferencias individuales. Dicho pluralismo también lleva consigo una fuerte carga de conflictos y problemas de índole moral. ¿Quién se ve capacitado para juzgar la conducta mejor o peor de otras personas? Pero ¿qué ocurre cuando de lo que se trata es de estilos de vida o de formas de pensar, que no perjudican a nadie, a pesar de qué su valoración ética sea dudosa?
En la base de todo este conflicto aparece un hecho que constituye su origen y su explicación: la diversidad humana. Todas las personas somos distintas en todos y cada uno de los aspectos. No hay nadie que sea una reproducción exacta de otro. La diversidad, es una característica inherente a la persona que es el auténtico origen de muchas de las grandes cuestiones éticas que se plantean actualmente, una de ellas, la homosexualidad.
Conceptos de un debate abierto
La homosexualidad, es la preferencia y atracción sexual por personas del mismo sexo, en oposición, a la heterosexualidad, aquella preferencia por personas del sexo opuesto; y bisexualidad, la atracción por ambos sexos. Las mujeres homosexuales reciben por su parte el apelativo de lesbianas, y en los últimos años el termino "gay" se utiliza tanto para hombres como mujeres homosexuales. Otras definiciones dentro de la dificultad de dar una descripción exacta de la homosexualidad, son, por ejemplo, un patrón resistente de sentimiento homosexual acompañado de un patrón persistente ausente o débil de sentimiento heterosexual; una atracción erótica persistente, de tipo adulto, hacia una persona del mismo sexo y que generalmente, aunque no siempre, desemboca en una relación sexual.
Lesbianismo, también homosexualidad femenina, atracción sexual o emocional entre las mujeres. El término proviene del nombre de la isla griega de Lesbos, lugar en que vivió Safo, que escribió poemas de amor dirigidos a mujeres.
Parejas de hecho, es aquella situación en la que dos personas que no están casadas viven unidas como si lo estuvieran. El término matrimonio de hecho o pareja se refiere a personas de sexo opuesto o del mismo que no sean hermano y hermana, padre e hija, madre e hijo o que tengan cualquier otra relación de parentesco. En el caso de estas parejas pueden surgir problemas legales si solicitan la adopción de un niño. Los problemas que generan este tipo de uniones son serios a la hora de herencias, adopciones o reclamos de bienes.
Bisexualidad, atracción sexual por ambos sexos, no debe confundirse con el travestismo, que consiste en vestirse y actuar como una persona del sexo opuesto, ni con la transexualidad, que consiste en la identificación con los caracteres sexuales del sexo opuesto. Sin embargo, eso no quiere decir que los transexuales o los travestís no sean bisexuales. En general, los bisexuales están satisfechos con el sexo con el que han nacido y no poseen, tal como podría creerse, órganos sexuales de ambos sexos, como se da en los hermafroditas.
La historia de un hecho
La actitud hacia la sexualidad ha variado a lo largo de diferentes épocas y entre los diversos grupos sociales y culturales. Oscilando entre la aceptación, como en la antigua Grecia; la tolerancia del Imperio Romano; y la condena absoluta en algunas sociedades occidentales y orientales. Hitler internó en sus campos de exterminio a muchas personas homosexuales, con un triángulo rosa cosido en sus ropas.
Gran parte de los prejuicios y la incomprensión a la que se somete la homosexualidad es la clasificación que se llevo en el siglo XIX de enfermedad. El neuropsicólogo Richard Von Krafft-Ebbing, la consideró como una "degeneración neuropática hereditaria" que supuestamente se agrava por una excesiva masturbación. El psiquiatra austríaco Sigmund Freud postuló la existencia de una predisposición constitutiva, aunque también destacó el efecto determinante de experiencias durante la infancia (daba el ejemplo de la falta de un progenitor determinante del mismo sexo con el que poder identificarse) y la frecuencia de experiencias homosexuales masculinas durante la adolescencia, que consideró como desviación sexual.
La publicación de dos estudios sobre el comportamiento sexual en hombres y mujeres, que llevó a cabo el biólogo estadounidense Alfred Charles Kinsey, rebatió la hipótesis de la enfermedad. Pruebas psicológicas realizadas a homosexuales y a heterosexuales mostraron que entre ellos no había aspectos patológicos diferenciadores. Aunque existen algunas evidencias en estudios realizados a gemelos y a mellizos, que sugieren que los genes pueden ser un factor en la orientación sexual, otras teorías afirman que es más probable que los factores determinantes sean las experiencias vividas durante la infancia.
La homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad en 1973, cuando la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos la elimino de su lista de enfermedades mentales, y en 1980, del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Estos fueron los pasos definitivos que abrieron el camino de la igualdad en personas homosexuales.
El lesbianismo se ha dado en todas las culturas a lo largo de la historia. En el mundo clásico era por todos conocido que este tipo de relaciones existían en grupos de mujeres, como las que se reunían en torno a la poetisa clásica Safo. Durante siglos y en muy diversas culturas el lesbianismo no ha sido reconocido como tal, aunque se han aceptado las relaciones íntimas entre mujeres, incluida la cohabitación. La atracción entre mujeres ha sido ignorada debido a que muchas culturas no aceptan en absoluto el concepto de sexualidad femenina u opinan que ésta sólo se debería practicar en las relaciones con el sexo masculino o con el único propósito de la reproducción. Por esa razón, el lesbianismo se ha salvado de ser perseguido y sancionado.
Situación en España Y Europa
España: En 1970, con la aprobación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, los homosexuales podían ir a la cárcel, como delincuentes. Después de la Constitución de 1978 todos somos iguales, y no se puede discriminar a nadie por ningún motivo. Además se empiezan a aprobar en cascada, a partir de 1994, registros municipales de parejas de hecho, con igualdad de derechos para las parejas del mismo y distinto sexo. Aparecen sentencias aisladas concediendo algunos beneficios económicos a una de las partes de una pareja homosexual con larga y acreditada convivencia. Y se admiten a trámite en el Congreso 2 proyectos de ley para regular las parejas de hecho. Incluso se aprueba en este mismo año una Ley de Parejas Estables en Cataluña. Socialmente, la tolerancia de la sociedad española ha aumentado mucho: la mayor parte de la gente ve con buenos ojos la existencia de parejas homosexuales, y el reconocimiento para ellos de algunos de los derechos reservados hasta ahora a los matrimonios. Y se condenan por una mayoría las agresiones a homosexuales y transexuales (el pasado día 28 de noviembre un travestí sufrió una agresión física en Pamplona) que todavía se siguen produciendo.
Europa: El 7 de mayo de 1988 del Consejo de Europa aprobaba una Resolución postulando el reconocimiento de la eficacia de los contratos y pactos matrimoniales entre convivientes de hecho. Y el Parlamento Europeo otra en febrero de 1994 sobre la igualdad de derechos de los homosexuales en la U.E., reiterando su convicción de que todos los ciudadanos tienen derecho a un trato idéntico con independencia de su orientación sexual, y pidiendo a los Estados miembros que se ponga fin al trato desigual de las personas de orientación homosexual en disposiciones jurídicas y administrativas.
En Hungría el Parlamento legisló en 1996 que las parejas de hecho entre personas del mismo sexo sean reconocidas en igualdad de condiciones que cualquier matrimonio, a excepción del derecho a adoptar niños (no existía en este país ningún colectivo que lo pidiera). En Holanda se ha aprobado recientemente una Ley que iguala los derechos de las parejas de gays y lesbianas a los del matrimonio, adopción incluida. En Suecia en 1987, en Dinamarca en 1989, y en Noruega en 1993 se han aprobado normas que garantizan a las parejas del mismo sexo una serie de derechos próximos a los que disfrutan los matrimonios. En los países nórdicos y en Italia se incluyen los procesos de cambio de sexo entre las prestaciones gratuitas de la Sanidad Pública.
Comunidades con ley de parejas de hecho aprobada
Cataluña: únicamente es necesario una inscripción. No hay posibilidad de acoger ni de adoptar. Las sucesiones están reguladas pero de manera limitada, y sí existe la posibilidad de reclamar derechos por separación.
Navarra: hay necesidad de convivencia de un año antes de inscribirse, pero se puede demostrar. Es posible la adopción o el acogimiento. Las sucesiones están regladas pero limitadamente. Y también existe la posibilidad de reclamar derechos por separación.
Aragón: únicamente es necesario una inscripción. No hay posibilidad de acogimiento ni de adopción. Las sucesiones están reguladas pero de manera limitada, y sí existe la posibilidad de reclamar derechos por separación.
Valencia: deben de inscribirse, tras una convivencia de un año. No pueden adoptar ni acoger, no tienes derechos de sucesión. Y la reclamación de derechos por separación se debe hacer mediante contrato privado.
Baleares: no es necesaria la convivencia para inscribirse, no hay posibilidad ni de acogimiento ni de adopción. Existen las sucesiones pero limitadas, y hay posibilidad de reclamar los derechos por separación.
Madrid: necesidad de inscribirse previamente, pero se puede justificar la convivencia necesaria de un año con testigos. No posibilidad de acoger ni de adoptar. No sucesiones y solo se puede reclamar los derechos por separación mediante contrato privado.
Asturias: necesaria convivencia previa de un año, pero se puede justificar con testigos. No hay posibilidad de adopción, pero sí de acogimiento. No sucesiones y derechos por separación mediante contrato privado.
Andalucía: necesaria convivencia previa de un año, pero se puede justificar con testigos. No posibilidad de adopción, pero sí de acogimiento. No sucesiones y derechos por separación mediante contrato privado.
Extremadura: necesaria convivencia previa de un año, pero se puede justificar con testigos. No posibilidad de adopción, pero sí de acogimiento. No sucesiones y derechos por separación mediante contrato privado.
País Vasco: solo es necesario inscribirse. Se puede adoptar y acoger. Idénticos derechos a los casados, y reclamación mediante contrato privado.
Distintas posturas ante un mismo conflicto
En todo el mundo se encarcela a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, en aplicación de leyes que vigilan los dormitorios y convierten un beso en un delito. Se les tortura para obtener confesiones de "desviación" y se les viola para "curarlos" de ella. En las sociedades que los consideran "desechables", los escuadrones de la muerte, los matan.
No hay casi ningún lugar del mundo donde estas personas sean tratadas con plena igualdad ante la ley. Y sin embargo, en los pocos países donde existe dicha igualdad ante la ley, las discriminaciones aún permanecen en la sociedad.
En Arabia Saudí, puedes ser condenado a 2600 latigazos por mantener relaciones homosexuales, y en Brasil serías acosado y amenazado de muerte por el simple hecho de defender los derechos humanos de un homosexual. En países como Egipto, el castigo a la homosexualidad es la cárcel. Existe un índice muy alto de suicidio entre adolescentes homosexuales y lesbianas, por el sufrimiento que tienen al descubrirse como tales y observar el rechazo social. En Chile todavía existe gente que piensa que ser gay es sinónimo de enfermedad, tanto así, que los mandan al médico para que se mejoren. Otros, que ni siquiera se plantean lo que ello significa, les gritan en la calle "mariquitas" o simplemente optan por ignorarlos: no hay que juntarse con ellos porque son HOMOSEXUALES. La omisión llega al punto de que ni siquiera se sabe cuántos viven en el país.
El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, junto con el Defensor del Menor y la Junta de Andalucía, publican un informe en el que aseguran que los niños de parejas homosexuales no presentan diferencias con los hijos e hijas de familias de parejas heterosexuales. La única excepción que se observa es la flexibilidad sobre los roles de género y una mayor aceptación de la homosexualidad.
La Conferencia Episcopal cree que la adopción por homosexuales es una "injusticia" para los niños, "no se respeta el derecho del niño a tener padre y madre". En el documento "Matrimonio, familia y uniones homosexuales" del año 1994, ya los obispos abordaban el tema de la adopción por homosexuales. "La falta de la figura tanto materna como paterna, siempre trae graves dificultades en el desarrollo de la personalidad". "El juicio moral de la Iglesia se basa en principios de antropología y en la revelación cristiana sobre la plenitud del ser humano, que no contradice lo que la razón puede ver, sino que la ilumina y perfecciona".
Algunas organizaciones como Amnistia Internacional han denunciado las torturas que se infligen a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales en todo el mundo, y que se ocultan tras un velo de secretismo y tabú. Pese a tratarse de un problema mundial, apenas se informa sobre él. La estigmatización de la homosexualidad en muchas culturas con frecuencia supone para quienes denuncian tal situación el silencio, mayor marginación o abusos. Mientras unos gobiernos se esfuerzan por negar que ese tipo de tortura exista en su país, o que siquiera la homosexualidad exista en su territorio, otros justifican abiertamente esas prácticas en nombre de la moralidad, la religión o convicciones ideológicas. En cualquier caso, el resultado es que la tortura queda sin castigo.
Las leyes que penalizan la homosexualidad no sólo privan a un sector de la población de sus derechos humanos fundamentales, sino que también pueden servir de «licencia para torturar» o infligir malos tratos. Pero este tipo de tortura no se limita a los países en los que la homosexualidad es una práctica formalmente ilegal. Los prejuicios institucionalizados hacen que las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales que entran en contacto con la ley por otros motivos puedan acabar siendo objeto de abusos, en particular la violación u otros actos de violencia sexual.
Las aspiraciones del movimiento de gays, lesbianas y transexuales van, naturalmente, mucho más lejos. La plena equiparación y el respeto hacia todas las formas y opciones de vivir la afectividad y la sexualidad requieren tanto de un cambio legal como de un cambio social en profundidad.
El primero pasa por modificar todas aquellas leyes que supongan alguna discriminación para las parejas de hecho, tanto de homosexuales como de heterosexuales, bien actuando directamente sobre ellas bien aprobando una ley de parejas de hecho que contenga todas las modificaciones, además de dar forma a algún tipo de registros de estas uniones.
El otro cambio, el social, es más difícil y más profundo. Porque supone la plena aceptación de la pluralidad y de la diversidad; entender, admitir y respetar que existen diversas opciones afectivo-sexuales, distintas formas de vivir el afecto y el amor y de expresar la sexualidad, sin que ninguna sea buena o mala, mejor o peor Y para este cambio todavía falta mucho. Una cosa es tolerar la homosexualidad, siempre que no pretenda un estatus de igual y se mantenga más o menos oculta y relegada al gueto y a la marginalidad, y otra muy distinta respetar de verdad la pluralidad y diversidad afectivo-sexual.
Cada persona es un mundo y no se puede emitir un juicio sobre nadie sin conocerlo.
No creo que la homosexualidad sea una enfermedad, a mi entender es un problema. Un problema que tiene solución si toda la sociedad pone de su parte. No un problema por lo que se sienta, ni un problema para la persona, sino un problema por lo que el resto pensemos o juzguemos o actuemos conforme a esas personas. Unas personas que aman, que sienten igual que los heterosexuales, y que muchas veces deben esconder sus sentimientos, sus pensamientos, sus ideas, por temor a un prejuicio o a la marginación que suponga. Personas que deben luchar más para conseguir cosas que el resto tenemos.
A mi entender las personas no se clasifican por razas, por sexos, por inclinaciones, por pensamientos o ideas. Para mí, sólo existen dos tipos de personas. Las buenas y las malas personas. Ese es el único juicio válido para llevar a cabo una discriminación en la sociedad.
Tengo amigos homosexuales y les he visto llorar por amor, reír por amor, soñar, enamorarse, igual que a los heterosexuales. Cuando los he necesitado, han sabido escucharme y ayudarme. Incluso, alguno, me ha dado uno de los mejores consejos de mi vida. No pienses en el pasado ni en el futuro, piensa en el ahora. Y esa persona sabe, que cuando alguna vez se sienta solo o discriminado o abandonado por su condición sexual tiene unos amigos, que lo único que valorarán es su amistad. Una amistad, un cariño, y un amor, que no entienden de sexos ni de políticas. Un mundo que debe girar en torno a los valores que hacen que crezca el mundo y que cada vez sea mejor. Un mundo donde todos seamos iguales, sin juicios ideológicos, sin criticas. Sé que suena utópico, pero ¿no es la felicidad una utopía?
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