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EDUCACIÓN  •  31-1-2004

Jugar, ¿Un Derecho o una Utopía?
Rebeca Muñoz Gil (NJ)

Hay derechos que son tan básicos, que creemos que todas las personas del mundo los tienen. Hay derechos que nos parecen tan simples, que creemos tenerlos cuando en realidad no los tenemos. ¿Somos libres? ¿Vivimos? ¿Soñamos? Y, ¿jugamos?

"El niño que no juega no es niño. El adulto que no juega perdió para siempre el niño que habita en él". Pablo Neruda resumió en estas palabras todo un derecho básico. El derecho a jugar, entra dentro de la Convención de los Derechos del Niño, "derecho al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas". Un derecho tan simple, pero a la vez tan complicado, son muchos los países tanto en vías de desarrollo como los ricos están sufriendo este grave problema. Por unos motivos u otros sus niños apenas juegan.

Es cierto, los adultos creen que el jugar es un mero hecho que se da en la infancia y pasado ese momento piensan que es ridículo que ellos jueguen. En el juego, la libertad, la imaginación, la creatividad y la diversión, son elementos que van de la mano, acompañando a los niños en su crecimiento y desarrollo, y ayudando a los mayores a llevar a cabo una vida que olvide por unos instantes los problemas cotidianos.

El juego es la herramienta básica para crecer durante la infancia. Mejora las habilidades, las relaciones con otros niños, la cooperación, la confianza, la comunicación... El niño crece a través y con los juegos, no se trata pues de un derecho, es una mera necesidad.

En los países en vías de desarrollo la pobreza, las guerras, los conflictos, la explotación infantil y los abusos, están poniendo en peligro este derecho a jugar, y por lo tanto el derecho a crecer, vivir y soñar. En los países ricos, la televisión, los videojuegos, el sedentarismo, la competitividad y la excesiva atención a actividades educativas y al estudio, hacen que los niños olviden su niñez y con ella sus juegos. La mala calidad del medio ambiente y los escasos lugares para poder jugar seguros al aire libre, son también factores que inciden en ambos tipos de países.

El caso, más reciente, los niños de Afganistán, que han descubierto ahora el fútbol. Los trabajadores y trabajadoras sociales declararon que la primera vez que oyeron a los niños y niñas reír y gritar de alegría fue cuando comenzaron a jugar al fútbol. Ojalá sea tan fácil hacer felices a los niños en un mundo que estamos destrozando. La solución de momento es sencilla: un balón de fútbol. Una puerta abierta al juego, a la libertad, a la risa y al sueño.