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ONGS 31-1-2004
Un Nuevo Muro que Derribar
Rebeca Muñoz Gil (NJ)
Hay historias que se repiten aunque, por desgracia, a todos nos gustaría que desaparecieran por los recovecos de la memoria. Israelitas, palestinos. El muro de Cisjordania. Un nuevo muro, una nueva barrera a la convivencia, y a la paz.
Alguien dijo una vez que el mayor error que podía cometer un pueblo era olvidarse de su historia, porque estaría condenado a repetirla. Parece que eso les está pasando a los israelitas, que, en junio del 2002, comenzaban a construir el Muro de Cisjordania. El pretexto, "impedir la entrada de terroristas". Las ongs han comenzado a realizar campañas contra el muro, ya que atenta contra el derecho internacional humanitario y supone avanzar hacia el apartheid y el genocidio del pueblo palestino.
El error mide ocho metros de alto, tiene torres de vigilancia, vallas electrificadas, cámaras de televisión (no es gran hermano), una longitud de 750 kilómetros y un costo de dos mil millones de dólares... todos estos elementos separaran dos pueblos, dos culturas, unidas por la historia de siglos, por odios, rencores, pero también por la vida y el amor.
¿Qué hacer en un territorio dónde la solución es el auténtico problema? Israelitas y palestinos deben comenzar a convivir en paz e igualdad. Israel lleva más de un año construyendo un muro, una denominada "Valla de seguridad" que impida que los terroristas palestinos puedan entrar en Israel. Para esto, se valla toda la zona de Cisjordania, pero si impide el paso de terroristas ¿afectará también a la población de a pie?
El nuevo estado palestino se debía crear en el 2005, según el plan denominado "Hoja de Ruta". Hasta de ahora las dificultades han sido mayores que las ayudas para alcanzar un estado unido y en paz. Y el muro de Cisjordania, es el claro enemigo de la cultura de paz que todos buscamos. El muro aislará a miles de personas y les dejara sin acceder a escuelas, tierras; se les encerrará entre el hierro y el cemento; se realizará fuertes medidas de seguridad que lo que harán es potenciar la discriminación. Una nueva forma de encerrar a aquellos testigos de la historia para que nunca puedan alzar sus voces. El muro separará a siete mil palestinos de sus medios de vida, disgregará en un 14´5% Cisjordania, y afectará a 680.000 palestinos y palestinas.
Hasta de ahora se han construido ciento cincuenta kilómetros, y se prevé que se terminará para finales del 2005, la frontera impuesta que separará a palestinos e israelitas en su lucha diaria por la paz.
La historia nos recuerda la lucha por la caída de muros como el de Berlín, que separaba a las dos Alemanias. Los muros de los guetos nazis en la segunda guerra mundial. Y los muros del apartheid en Sudáfrica. Todos ellos nos crearon conciencia, pero sobre todo, recordemos el Muro de la Vergüenza, aquella lucha que tanto costo a los israelitas.
Los muros nunca protegen, dividen. En el muro, los inocentes están dentro, los asesinos fuera. El muro muestra una vez más la debilidad del que debe utilizar la fuerza, para conseguir sus propósitos. Es un robo de la justicia, la vida y la paz. El muro, simboliza la idealizada libertad y conlleva a la supervivencia. El muro, significa más que nunca, odio. No sólo debemos derribar estos muros, sino también los psicológicos; puesto que todos somos culpables, los europeos y los norteamericanos. "El que levanta un muro, sin querer crea esperanza, la de que un día entre todos logremos derribarlo". El muro es intolerancia, aislamiento, incomprensión entre los hombres. Los muros son fronteras, separaciones y barreras. Pero, recordemos que ni la vida, ni la verdad se pueden amurallar.
Con la construcción de este muro perdemos todos. Todos los que soñamos con la paz, con la comprensión, la tolerancia, la igualdad y la libertad, estamos encerrados en ese muro. Porque hasta el día en que caiga, pues los muros están hechos para caer, nuestros sueños y nuestras ideas no volarán libres.
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