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MÚSICA  •  30-9-2003

Satisfaction!
Héctor Mendal (NJ)

Unas cuarenta mil personas disfrutaron del espectáculo ofrecido por Sus Satánicas Majestades en el recinto instalado en la Feria de Muestras de Zaragoza. En un concierto que será difícil de repetir en tierras aragonesas, los Stones hicieron las delicias de la legión de seguidores que han acumulado en estas tierras durante sus más de cuarenta años de carrera.

Por Zaragoza han pasado artistas del calibre de Aerosmith, Dire Straits, Lou Reed, Bruce Springsteen o el mismísimo Michael Jackson, pero la tirada que tienen los Rolling Stones hace que sean el único grupo de rock and roll que puede aglutinar a personas de edades tan dispares como las que se vieron en la Feria de Muestras de Zaragoza. Y es que no todos los grupos son capaces de reunir, con su música, a abuelos y adolescentes que, quizá, sólo tengan en común el gusto por los Rolling Stones. "Nosotros hemos venido con nuestro hijo Miguel, que ya lo ves, todavía con el chupete y ya está nervioso por ver a Mick Jagger", nos decía un padre de familia que se tuvo que ir corriendo tras el pequeño, que no hacía más que intentar subirse a la valla del foso de prensa.

Varias horas antes del inicio del espectáculo, uno se hacía a la idea de lo que iba a ocurrir allí dentro: una auténtica fiesta del rock. Miles de personas haciendo cola para entrar al recinto, decenas de puestos de comida rápida, barras de bar improvisadas, stands de camisetas, abalorios hippies, lenguas de luz y un largo etcétera de utensilios con el logotipo de los Rolling o la cara de alguno de sus componentes.

Y dentro, esperando la salida al escenario de sus ídolos, nos encontramos a varias personas completamente ataviadas con la simbología de los Stones, con banderas a la espalda, gorras, camisetas e incluso medias del grupo británico; y es que algunos fans parece que sigan a los Rolling por todas partes. "Los he visto en el año noventa, en Santiago de Compostela, en Montpellier y ahora aquí en mi ciudad. Los Rolling son como el cava y el vino, que cuantos más años pasan mejores son", nos decía Pablo, un señor que rondaría ya los cincuenta años y que estaba allí, como un adolescente más.

Comienza el espectáculo

Llegaron las 20:30 de la tarde y al escenario saltaron los teloneros de los Stones, una banda escocesa llamada Primal Scream, con un buen sonido en directo y, aunque no son muy conocidos en España también tienen sus seguidores en nuestro país. "Yo he venido por ver a los Rolling, pero sinceramente Primal Scream ha sido lo que me ha decidido a comprarme la entrada para este concierto" nos decía Juan, uno de los presentes que había pagado 120 euros por ver a ambos grupos británicos en directo.

Mientras sonaban los teloneros, un buen número de las aproximadamente treinta mil personas que ya ocupaban el lugar aprovechaban para refrescarse o llenar el estómago en algunas de las barras que ofrecían bebida y bocadillos en un recinto "muy bien organizado, pero al que le faltan baños, puesto que no es normal que tengas que estar más de media hora haciendo fila para utilizarlos"; esa era la opinión de José que, con cuarenta y cinco años, puede presumir de haber estado en los dos conciertos que han congregado a más gente en Zaragoza, el de Miguel Ríos en La Romareda en 1980 - 50.000 espectadores- y éste del grupo liderado por Mick Jagger.

Se acercaban las 21:15 de la noche y Primal Scream dejaba el escenario, despedidos con una gran ovación, para dar paso a los técnicos de sonido y de montaje del escenario de los Stones. Mientras, los seguidores ya estaban impacientes por ver a sus ídolos.

Sus Satánicas Majestades, un lujo para los oídos y la vista

Eran aproximadamente las 21:45 cuando, de nuevo, las luces del recinto se apagaban, quedando todo completamente a oscuras. De súbito, una intensa humareda ocupa todo el escenario; se encienden las luces blancas y azules; suena la música y allí aparecen los cuatro componentes de los Rolling ante el delirio de las cuarenta mil personas que abarrotaban la explanada y las gradas.

Si espectacular fue el sonido en todo momento de la banda británica, no menos lo fue el juego de luces y de cámaras -algunas incluso insertadas en las guitarras- gracias a las cuales, los aficionados que estaban más lejos, pudieron contemplar el espectáculo mediante cinco paneles gigantes, giratorios, situados detrás del escenario.

Cuando la lluvia comenzaba a descargar fuertemente sobre las cabezas de los allí presentes, unos tubos situados en la cúpula del escenario comenzaron a escupir varias llamaradas gigantes, como queriendo recordarle al cielo que allí estaban Sus Satánicas Majestades y que nada, ni nadie, iba a aguar la fiesta que se estaba viviendo en un recinto abarrotado.

El concierto avanzaba, y la gente vibraba con "Don't Stop", cantaba el "oe, oe" típico de los campos de fútbol españoles, se emocionaba con "Like a Rolling Stone", disfrutaba de "Stand me up" y elevaba las bengalas, los mecheros e incluso la luz de sus teléfonos móviles en cada una de las baladas de la banda británica. Algunos, incluso, se dejaban llevar por la emoción rompiendo a llorar. También hubo bastantes parejas de enamorados que, incluso, sucumbieron al romanticismo de algunos de los temas de los Rolling, llevando a cabo auténticos besos de película.

El espectáculo finalizaba, como era de esperar, con una de las mejores canciones del rock and roll de todos los tiempos. Entre una lluvia de confetti rojo, una impresionante humareda y fuegos artificiales, Keith Richards sacaba los primeros acordes de "Satisfaction!", y el público enloquecía. Jamás se había coreado tan fuertemente en Zaragoza una canción, hasta el punto que la voz de Jagger fue tapada, en algunos momentos, por la del público.

Tras el correspondiente bis, característico de todos los conciertos, una gran cascada de fuegos artificiales, rematada por una espectacular traca final y, nuevamente unas gigantescas llamaradas que fueron proyectadas hacia el cielo de Zaragoza, nos hicieron recordar que Sus Satánicas Majestades ofrecieron lo mejor de su repertorio en un concierto que hizo Historia.